¿Nos estamos quedando ciegos?
La dictadura Ortega-Murillo persiste a través de la represión y la corrupción, mientras enfrenta un proceso de implosión social y política.
La dictadura Ortega-Murillo persiste a través de la represión y la corrupción, mientras enfrenta un proceso de implosión social y política.
El análisis político revela cómo el autoritarismo en Nicaragua persiste debido a la corrupción, la represión y la complicidad de las elites políticas y económicas.
La implosión de la dictadura es un proceso similar a la acción de las termitas, debilitando desde dentro hasta provocar su derrumbe.
La estrategia política debe debilitar al adversario y fortalecer el movimiento popular, creando un contrapoder para alcanzar la democracia y cambiar la correlación de fuerzas.
Evaluar la correlación de fuerzas de poder en Nicaragua implica considerar alianzas, autoridad, influencia mediática, capacidad militar, económica y estratégica, para comprender las dinámicas políticas actuales.
La dictadura Ortega-Murillo busca borrar la memoria histórica y promover el olvido, favoreciendo la impunidad y el enriquecimiento ilícito mientras reprime y manipula.
El estallido social de abril 2018 marcó el inicio del declive de la dictadura Ortega-Murillo, exponiendo su represión y deslegitimando su poder ante la comunidad nacional e internacional.
La historia de Nicaragua muestra cómo las estrategias del pasado se repiten hoy, con el régimen Ortega-Murillo intentando asegurar su control y dominación, similar a la dictadura de Somoza.
Entre 2018 y 2023, Nicaragua ha experimentado un crecimiento económico ficticio, con un aumento de la desigualdad y la precarización laboral, mientras la economía sigue dependiendo de remesas y préstamos externos.
Entre 2007 y 2017, Nicaragua recibió más donaciones y préstamos que en los gobiernos anteriores, permitiendo a Ortega desarrollar clientelismo político, pero también evidenciando un estado corrupto e ineficiente.