Nicaragua 2025: La transición del orteguismo al murillismo

“No les une el amor sino el espanto”.

Jorge Luis Borges.

Recordando a Carl von Clausewitz, señalamos que tanto en la guerra como en la política la retirada es la operación más difícil: «El non plus ultra del arte de lo posible consiste en abandonar una posición insostenible». Siendo la operación más difícil, la retirada del escenario de la política nacional nunca ha estado en la mente de Daniel Ortega ni de Rosario Murillo. Por eso han adoptado la estrategia de “el poder o la muerte”.

De la luz de la revolución social de 1979 a las sombras de la dictadura, de la batalla por la esperanza a la alianza con lo nefasto. La persona que alguna vez peleó contra la opresión somocista, ahora se encuentra parada del lado del poder mafioso. La transformación ha sido total; la conversión ha sido absoluta. Despilfarró la esperanza que pusieron en él quienes creyeron en su gobierno. Hoy Ortega va por la vida de negro, con la máscara puesta y el odio por delante.

Dando órdenes. Lanzando calumnias. Planeando agresiones. Orquestando venganzas. Acabando con sus adversarios y aliados. Dejándose llevar por la parte sombría del poder y por su temor a perderlo. La clásica historia de una persona que comienza bien y termina mal. El revolucionario convertido en villano, el idealista transformado en dictador. Allí está, al frente de una nave cuyos días están contados. Allí está, apretando las nucas de quienes no hacen lo que deberían hacer. Susceptible a los halagos, propenso a la petulancia, consumido por el poder que le queda. Dispuesto a todo. Irreconocible.

Ortega, en el último episodio de su vida política, todo lo que hace carece de sentido, de significado, de importancia. Todas sus acciones huelen a desesperación. Huelen a miedo. Y lo mismo les está ocurriendo a Murillo y sus aliados Porque el poder dictatorial se acaba. Porque su hijo no la redimirá. Porque no queda claro cómo podrá deslindarse del lado oscuro y arrojar el mal al vacío. Porque la bondad que quizás alguna vez cargo dentro se ha extinguido. Y, finalmente, porque nada puede contra el accionar de las termitas que carcomen por dentro al régimen Ortega-Murillo.

La dictadura mantiene la represión indiscriminada no porque crea que vaya a resolver o superar las cinco crisis (económica, política, social, religiosa e internacional), sino para mantener la cohesión interna de su base social y desarticular cualquier veleidad de protesta sociopolítica. Sin embargo, el incremento de las contradicciones alimenta las fisuras al interior de los anillos de poder y hace que surjan voces, aún silenciosas, capaces de aceptar la necesidad de un reequilibrio de poder para tratar de estabilizar el sistema y evitar, de esa forma, la implosión interna del sistema. En cierto modo, la dictadura da la impresión de estar como un sapo en un hoyo que no le permite ver cómo que está viviendo la mayoría de la población y que el tiempo político no le es favorable.

Paralelamente, Nicaragua está viviendo una transición del orteguismo al murillismo. Lo que implica una disminución del poder de Daniel Ortega e incremento del poder de Rosario Murillo. Igualmente, indica que hay un proceso de sustitución de cuadros ligados a Ortega por personas leales a Murillo. Son las purgas que han realizado en los últimos meses, semanas y días, y que se seguirán sucediendo en el futuro inmediato. Toda transición política de poder autoritario implica limpieza de personal ligado a Ortega. También, nos indica que la condición de salud de Ortega es precaria, se deteriora paso a paso de manera irreversible como se logra percibir en sus últimas comparecencias públicas, por lo tanto, Murillo necesita asegurar la sucesión dinástica con los menores contratiempos y fisuras posibles.

La purga y encarcelamiento del Comandante Bayardo Arce, ex miembro de la Dirección Política del FSLN, y del General Álvaro Baltodano causó sorpresa, pero no era imposible que sucediera, ya que son personas que tenían una relación política más cercana a Ortega y, por lo tanto, no gozaban del agrado de Murillo. Igualmente, hay que esperar la caída de otras personas relacionadas con Ortega.  En las fases transicionales siempre se produce recambio en los diferentes anillos de poder, unos suben otros caen. Es lo normal. Lo que debemos de tener claro es que nos encontramos en esa fase política que son siempre inestables y críticas porque se busca establecer una nueva estabilidad política estratégica o una nueva correlación de fuerzas.

A raíz de las purgas conocidas se ha establecido un ambiente en el que la ley del callar y padecer en silencio se considera una virtud. Los subordinados, los destituidos, los excluidos de la protección estelar del poder, se refugian en los silencios de la gélida frialdad dictatorial. En la vieja y siempre actual cultura política nicaragüense la selección, el ascenso y la destitución de cualquier funcionario dependen enteramente del “hombre” y, por lo tanto, “en la política criolla: tu muerte política es su vida”.

La dictadura Ortega-Murillo representa la extorsión y la transferencia cotidiana de riquezas mal habidas; en suma, el dinero más improductivo y corrompido que puede existir, aquel que Giovanni Papini llamó «el excremento del diablo» y León Bloy «la sangre del pobre». Por eso no debe pensarse que las actuales purgas significan un alto a la impunidad y a la corrupción. Es sólo la pantalla, la cortina de humo, para garantizar que continúe la impunidad y la corrupción. En la lógica del régimen parece que los ilícitos deben combatirse sólo cuando éstos pudieran destruir algún adversario político que se quiera destruir mientras se invita a los miembros de la Chayoburguesía aliada al gran capital y a sus socios a continuar el ejercicio impune de sus actos.

Personalmente creo que lo que le ocurrió a Baltodano y Arce es parte de la purga transicional y para evitar que las bases del orteguismo la interpreten como purga política tratan de esconderlas como producto de una lucha contra la «corrupción». Ni Murillo ni Ortega no pueden aceptar que están haciendo una purga política en los altos cuadros políticos porque repercutirá negativamente en su debilitada base social. Es cierto que el acelerado «enriquecimiento inexplicable» de ambos personajes puede atribuirse a los favores obtenidos al amparo del poder, pero es un error catalogar su caída solamente por el tema “corrupción” si no explicamos que su defenestración tiene un elemento importante y fundamental de purga política.

Ortega está de acuerdo en la necesidad de limpiar la mesa o establecer una nueva correlación de fuerza al interior de la cúpula orteguista para favorecer la transición al murillismo; es decir, limpiar de cualquier obstáculo que impide que la sucesión dinástica familiar se produzca sin mayores contratiempos. Por eso no podemos analizar las purgas políticas solamente por la lucha contra la “corrupción permitida”. A mi criterio, las actuales purgas son fundamentalmente políticas revestidas de lucha contra la corrupción y no al revés; por ejemplo, entre enero y septiembre de 2025 han purgado a más de 18 altos cargos del aparato del Estado y miembros de los principales anillos de poder.

Ortega ha aceptado la transición del orteguismo al murillismo para asegurar y preservar la sucesión dinástica familiar. Lo que implica que la barrida se está ejecutando estando él en vida y no después de su fallecimiento, ya que implicaría incrementar los riesgos de rupturas al interior del orteguismo. En los hechos, Daniel Ortega está reconociendo que lo que dijo Humberto Ortega tenía razón cuando aseguraba que ni Rosario Murillo ni sus hijos tienen la capacidad de controlar todos los hilos del poder después de su muerte. Por lo tanto, él acepta que se tiene que eliminar todos los peligros y fisuras potenciales al interior del orteguismo de manera inmediata.

La corrupción de los anillos de poder ha sido uno de los pilares de sostenimiento del orteguismo. El “enriquecimiento inexplicable” de la cúpula del orteguismo ha permitido consolidar a los miembros en los anillos de poder, pero ahora necesitan debilitar a ciertos miembros de esos anillos de poder para facilitar la transición del orteguismo al murillismo. Esa es la contradicción dialéctica del murillismo. Necesita de esos anillos de poder, pero, al mismo tiempo, debilitarlo para consolidarse en esta fase de transición.

Por esta y otras razones consideramos que la dictadura Ortega-Murillo se encuentra actualmente en una situación similar a la que en teoría ajedrecista se llama “zugzwang” que indica que un jugador tiene una desventaja en el desarrollo del juego ya que cualquier movimiento que haga no va a cambiar, sino que tiende a empeorar su situación, aunque a simple vista puede dar la sensación de tener una buena posición. Esta situación de “zugzwang” indica que podemos visualizar una futura y probable acción de Jaque Mate por el desarrollo del proceso de implosión.

El régimen intenta realizar un cambio de juego (game changer) por todos los medios a su alcance (purgas, represión indiscriminada, asesinatos, etcétera); sin embargo, observamos que va perdiendo su posición de capacidad política a pesar de estar jugando con sus propias reglas al imponer una nueva Constitución Política (enero de 2025), cambios un sinnúmero de leyes ordinarias, incremento de la represión que se ha traducido en los asesinatos de dos presos políticos al interior de las cárceles estando bajo custodia del régimen y el asesinato de Roberto Samcam en San José / Costa Rica. Acciones que han sido condenadas por la comunidad internacional lo que ha incrementado su aislamiento político.

Decimos que el régimen Ortega-Murillo se halla, políticamente, en una situación de “zugzwang”, ya que se encuentra en una situación de fragilidad y deterioro porque cualquier acción que ejecute, incluso la inacción, tiende a menguar su estabilidad política estratégica tanto a nivel interno (fisuras en sus pilares de sostenimiento) como internacionalmente al incrementarse su descrédito; ambos factores han fomentado la descomposición y la desarticulación interna en algunos anillos de poder. A pesar de todo, tiene la necesidad de seguir actuando procediendo, reprimiendo cualquier atisbo de descontento social, persiguiendo a la iglesia católica y evangélica, confiscando propiedades y bienes de los adversarios políticos con la idea de tratar de prolongar su permanencia en el poder, incluso cuando sabe que una determinada acción (asesinatos de presos políticos) incrementa su vulnerabilidad.

Los griegos pueblo sabio, base de la cultura occidental, manifestaban a través de uno de sus grandes trágicos que “los dioses ciegan a quienes quieren perder”. Vemos un régimen ciego que camina inexorablemente hacia su perdición. La supuesta lucha contra la “corrupción” está creando una creciente crisis de confianza al interior de los distintos poderes fácticos que es el tipo de patógeno que puede infligir un golpe debilitador al régimen. Las purgas es un síntoma que el corazón del poder de la mafia ha tenido un infarto, no mortal, pero con consecuencias debilitantes para el cuerpo político de la dictadura, y ahora, equivocadamente, a través de las purgas, Murillo está buscando la terapia adecuada para su recuperación.

Por lo tanto, el régimen se encuentra atrapado en un dilema donde no todas las opciones son positivas, aunque está obligado a seguir actuando en la lógica de “el poder o la muerte” para intentar superar las cinco crisis (social, política, económica, religiosa e internacional) a pesar de que ninguna acción, en el corto plazo, les es beneficiosa ni le permite realizar un cambio de juego, que le sea favorable, tanto en el escenario político nacional e internacional. La cúpula del poder está como los sapos, en un hoyo, que no les permite ver los niveles de pobreza que vive la mayoría de los ciudadanos y la descomposición del sistema dictatorial. Ellos piensan, equivocadamente, que sostenerse a base de represión y purgas es igual a tener sexo sin consecuencia.

Es decir, el régimen se encuentra en una situación política de “zugzwang” ya que sus acciones y sus errores no forzados lo fragiliza más día a día, lo que facilita que se pueda producir un cisne negro (hecho inesperado) capaz de generar grietas profundas en el aparato del Estado, desarticular los anillos de poder, reacomodos en los poderes fácticos, hechos que faciliten el Jaque Mate a la dictadura.

Oscar René Vargas, sociólogo, economista y analista político nicaragüense. Ex preso político, desnacionalizado, confiscado, autor y coautor de 59 libros. Su libro más reciente titulado: ¿Jaque Mate? Nicaragua 2025-2026, publicado en julio de 2025.

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