A la memoria de Constantino Pereira Bernheim, amigo entrañable.
- Desde su inicio el modelo corporativo mercantilista Ortega + Gran Capital dependía para su supervivencia en la subordinación política del empresariado a la dictadura. Para entender por qué el Gran Capital actuó como lo hizo hay que seguir el interés del dinero. Los empresarios que se hicieron amigos de Ortega lo hicieron por ser no democráticos, lo hicieron porque les interesa el dinero y el poder. Así de sencillo. En resumen, lo que ha pasado es que los empresarios actuaron como representantes de una arraigada y compleja red de intereses entre la vieja oligarquía y la nueva clase.
- El modelo corporativo mercantilista es también la principal razón por la que la sociedad nicaragüense funciona mal a tantos niveles. Este modelo les ha permitido y mal acostumbrado al capital a vivir en un estado de dependencia de las regalías y prebendas que el Estado le otorga gracias a su alianza con la dictadura. Mientras exista el modelo económico-político corporativo, subordinado al interés de la plutocracia, no hay forma que la sociedad nicaragüense pueda desarrollar jamás una política económica a favor de las mayorías y comenzar a superar el atraso económico, tecnológico, informático y educativo del país.
- Al Gran Capital le gusta una política estable que les permita obtener una ventaja competitiva mediante la reducción de los costes salariales, por eso su apoyo al dictador para eliminar las protestas y las demandas laborales. Entrar en una alianza con la dictadura era compatible con la mentalidad mercantilista del empresariado nicaragüense. Para que esa alianza económica especial funcionará tenía que ser especial, exclusiva y de subordinación.
- En el marco del modelo corporativo mercantilista, el Gran Capital ha logrado obtener una tasa de ganancia promedio superior al resto de los empresarios centroamericanos. El principal impulsor de esta relación no es Carlos Pellas, ni Ramiro Ortiz, ni Roberto Zamora ni ningún otro empresario en particular, sino los intereses de la vieja oligarquía en su conjunto con la nueva clase representada por Ortega.
- La alianza Ortega + Gran Capital compró políticos, partidos políticos enteros, sindicalistas, altos militares, la cúpula policial, pastores evangélicos, algunos sacerdotes y obispos católicos, transformándose en el poder fáctico o grupo de presión con mayor capacidad de poder de influir y decidir la política pública del país (económica, social, política, judicial, cultural, etcétera).
- La dictadura Ortega-Murillo tiene muchos amigos empresarios. Más allá de lo que muchos piensan. Sus amigos empresarios están colocados en la cima del poder económico, aunque sea difícil dilucidar si son poderosos porque son sus amigos o si son sus amigos porque son poderosos, lo importante era ser amigo de la dictadura.
- Quien deja de ser amigo, también deja de ser poderoso, puede incluso que sea detenido, enjuiciado, encarcelado y expropiado. Pienso en los casos de los empresarios: Luis Rivas Anduray, José Adán Aguerri, Michael Healy y Álvaro Vargas. Todo apunta a que el gran capital ha resuelto de la peor manera el viejo dilema de la moral y el negocio, de la decencia y las ganancias. Una cosa es cambiar de principios democráticos y otra muy distinta es no tenerlos.
- En el 2022, el sistema sociopolítico dictatorial está en crisis, combinado con una crisis económica estructural, de legitimidad y de hegemonía. La actual crisis no es causa sino consecuencia de la crisis general del capitalismo dependiente de no ser capaz de resolver los problemas estructurales del país. La dictadura lucha por conservar su hegemonía, pero existen indicios sobre fisuras internas.
- Ortega ha demostrado una gran capacidad para poner de manifiesto las contradicciones entre el Gran Capital y la oposición real, que son poco más o menos las contradicciones sobre la salida a la crisis sociopolítica. El Gran Capital lleva meses prometiendo que se desenganchará del pacto con la dictadura, pero hay que acordarse del acuerdo de marzo de 2019. La estrategia de Ortega ha sido siempre la misma: obstruccionismo, imprevisibilidad y capacidad de mostrar la unidad es una fachada.
- Es decir, la elite dirigente (plutocrática y militar) está desplegando una guerra híbrida en contra de la población autoconvocada ya sea judicial, represiva y violadora de los derechos humanos con el fin de caotizar a la oposición real con el propósito de mantener su hegemonía política y económica. Los intereses económicos de las elites aplastan por completo los DDHH, la institucionalidad y el estado de derecho.
- Nicaragua ha entrado en una zona crepuscular, estamos en la antesala de una nueva era. El modelo corporativo mercantilista es insostenible. Insostenible significa que acabará de una forma u otra. Ahora mismo, es un régimen aislado internacionalmente, sin capacidad de resolver los principales problemas sociales, con manifestaciones públicas de su crisis interna. Es decir, estamos en la fase de su implosión.