Siempre que se presentan diferentes pronósticos sobre el posible comportamiento de variables económicas fundamentales, como el crecimiento del PIB, la inversión, los precios, el empleo, las exportaciones y otras, se reconoce que hay posibles desempeños contradictorios que pueden alterar los comportamientos esperados. De este modo, cualquier pronóstico tiene un mayor o menor grado de incertidumbre, de acuerdo con la posibilidad de que los riesgos reconocidos se concreten.
Para 2022 hay disponibles diversos pronósticos sobre el comportamiento esperado de la economía, que se apoyan en posibles escenarios de la economía global y de EEUU. El FMI, en su Panorama sobre la economía mundial de octubre pasado, pronostica que el mundo crecerá 4.9% en 2022 y para América Latina en conjunto espera un crecimiento de 5.0%. Más en detalle, pronostican que EEUU crecerá 5.2%, la zona euro 4.3%, China 5.6% e India 8.5%. Por supuesto, que estas previsiones tienen un cierto grado de incertidumbre, pero en general se acercarán a lo establecido.
La CEPAL pronostica para Nicaragua un crecimiento de 1.8% en el 2022. Junto a las incertidumbres políticas sobre si creceremos el 1.8%, hay la certeza de que los nicaragüenses que trabajan en EEUU, Costa Rica, España y otros países enviarán a sus familias recursos muy significativos: más de US$ 2.0 mil millones de dólares que recibirán más de 800 mil familias pobres que permiten contener en cierta medida los efectos negativos de la política económica del régimen y de una recuperación menos dinámica de la esperada. Además, también estamos ciertos que el salario mínimo no se recupera y que el nivel de desempleo, la pobreza y el costo de la canasta básica aumentan.
Además, también hay la certeza de que los programas sociales de este gobierno no tendrán efectos positivos para los jóvenes, campesinos pobres, adultos mayores, becas para los estudiantes y otros programas menores, incrementando tanto la desigualdad como el descontento social. Consecuentemente, aunque la economía crezca en el 1.8%, amplios grupos de la población vulnerable seguirán desprotegidos por la política gubernamental.
Así las cosas, la posibilidad de que se logre el crecimiento del 1.8% para 2022 previsto por la CEPAL depende de factores exógenos que, por supuesto, no pueden controlarse nacionalmente y sobre los que existe incertidumbre. Sobre los endógenos, hay varios que se derivan de la profundización de las cinco crisis que existen en el país, de modo que el curso de los acontecimientos nos puede llevar a complicaciones mayores.
Lo que tenemos certidumbre es que los grupos sociales protegidos por sus familiares migrantes seguirán contando con esos apoyos, lo que permitirá contener los vaivenes económicos garantizando un mínimo de sobrevivencia.