Concertar una plataforma política unitaria

  1. Nada separa el poder político del económico. Como antes, y más que antes, las elites políticas pertenecientes a la nomenclatura gubernamental se aprovechan para acumular riquezas y dinero para convertirse en poder económico. A saber quién, entre el empresariado o en los círculos del poder, está más satisfecho con la fórmula del Estado-Botín. Es decir, la nomenclatura, como estrato gobernante, concentró y normalizó un sistema de privilegios convirtiéndose en una casta conservadora más preocupada en sus propios beneficios e intereses que en el desarrollo del país.

DESPUÉS DEL 2007

Durante la mayor parte de los años posteriores al 2007 Nicaragua se mantuvo “estable”. Esta estabilidad tuvo un precio: la nomenclatura orteguista construyó un estado dictatorial para permanecer el poder e impuso su cultura: el estancamiento político. Tres lustros de condiciones políticas estables durante las cuales no se logró ninguna reforma social o política significativa, excepto la ideología de estilo sandinista de los años ochenta del siglo XX por el orteguismo.

A partir del 2007, la nomenclatura orteguista se liberó de la ideología del sandinismo original: combate a la corrupción. Ahora no tenía límites. El dinero venezolano, los préstamos internacionales, los recursos propios del estado, estimados en más de US$ 15 mil millones de dólares, una gran parte de ellos se utilizaron para enriquecer a la familia gobernantes, al gran capital y sus asociados.

En lugar de utilizar la ventaja de los tres lustros de estabilidad y de las enormes cantidades de dólares disponibles para realizar los cambios necesarios, la casta gobernante ha desperdiciado recursos financieros y tiempo político. Sus fuertes rasgos se pueden resumir de la siguiente manera: corrupción, consumismo y extravagancia. Políticamente, Ortega estableció un sistema autoritario, eliminando el limitado pluralismo político oligárquico que existía antes del 2007. Luego estableció un culto a su persona en la mejor tradición estalinista.

La casta gobernante recurrió al autoritarismo bajo el disfraz de la “segunda etapa de la revolución de los ochenta y el nacionalismo, confiando en el dinero venezolano. Este modelo está ahora en crisis. El levantamiento social de 2018 fue provocado por el problema de las pensiones y el tema climático.

Los eventos de abril 2018 y la abstención de noviembre de 2021 revelan que los desafíos permanecen: con un nuevo régimen política con instituciones legitimas y operativas, y modernizar la economía para proporcionar suficientes oportunidades de empleo para los jóvenes.

La represión puede estabilizar a la casta gobernante durante algún tiempo, pero exacerbará su falta de legitimidad. Los poderes fácticos olvidan que los regímenes políticos que no se reforma contantemente mientras sus sociedades cambian se endurecen y, de repente, se rompen como un vidrio.

DESENMASCAR LA TRAMPA DEL DIÁLOGO

  • Entre el 2018 al 2021, han sido años de economía flaca para la gran mayoría de la población pero de vacas gordas para las elites políticas y económicas. Los políticos corruptos se roban el dinero, compran casas, fincas, viajan al extranjero, viven colmados de privilegios, se hacen ricos. Mientras que la bolsa de los pobres no ha crecido.
  • Hay que reconocer que Ortega mantiene la iniciativa en la política nacional. Por ejemplo, la oposición no tiene capacidad política para evitar que el truco del “diálogo” se haga, pero tiene la fuerza moral para deslegitimar esa artimaña. A pesar de la “derrota política” sufrida el 7 de noviembre. Ortega conserva la capacidad de maniobrar para mantenerse en el poder y sigue controlando a la policía, los paramilitares, el ejército y la mayoría de los poderes fácticos.
  • La OEA aprobó una resolución en la aseguraba que los comicios del 7 de noviembre carecieron de “legitimidad democrática” y no fueron ni libres, ni justos, ni transparentes. En tanto, los EEUU calificó las votaciones de “pantomima” y la Unión Europea de “fake”.
  • Por eso, para desenmascarar la trampa del “diálogo” hay que condicionar la participación cualquier negociación a que previamente se debe de cumplir los siguientes requisitos: Libertad de todos los presos políticos. Cese de la represión. Regreso de las Comisiones internacionales de los derechos humanos. Abolición de leyes emitidas después de la resolución de la OEA de octubre de 2020. Cumplimiento de los acuerdos anteriores (marzo de 2019) siendo la OEA testigo. El derecho al voto y la transición pacífica del poder no están garantizados y, de hecho, han sido violados.
  • Los empresarios tienen la posibilidad de manera colectiva o individual de negarse a participar en el “diálogo” convocado por un régimen que no goza de legitimidad de acuerdo a la resolución de la OEA de noviembre 2021. Participar en ese diálogo sería legitimar a un régimen deslegitimado por la gran mayoría de los ciudadanos el 7 de noviembre. Participar será jugarse su prestigio social y político por no oponerse al ardid de la dictadura. El “diálogo” es una cáscara de banano para desgastar y restar credibilidad a los poderes fácticos.

SISTEMA JUDICIAL

  • El sistema judicial, magistrados, jueces y fiscales, tiene la misma tarea represora que la policía y los paramilitares al asumir el extremismo violento. En el sistema político orteguista, una función del sistema judicial, no menos importante que la juzgar, es infundir temor y mostrar que está vigilante en estrecha colaboración con la policía. Los jueces y fiscales han demostrado su capacidad de retorcer el derecho y su falta de escrúpulos en constituirse en una pieza esencial de la maquinaria represora de un régimen en cuya cúspide hay un personaje que se proclama la ley y la fuente de la ley.

CORRELACIÓN DE FUERZAS

  • La abstención de más del 80% en la farsa electoral de noviembre es inédita. Pero, no podemos basar el análisis político sobre impresiones, y las impresiones pueden ser extremadamente engañosas, es una percepción incompleta, puntual e impresionista de la realidad. La realidad es que el poder político y el poder militar sigue en manos de Ortega al mismo tiempo que mantiene la ceguera y su arrogancia. En el mejor de los casos podemos decir que el 7 de noviembre se produjo la concentración de fuerzas sociopolíticas latentes para la batalla decisiva, pero que hace falta organizarla para derrotar a la dictadura.
  • Si se quiere evaluar honestamente la correlación de fuerzas internas después del 7 de noviembre nos percatamos que orgánicamente Ortega mantiene el control político, ya que sigue gozando del apoyo de la policía, los paramilitares y el ejército, aunque se haya incrementado su aislamiento internacional. Ortega, en medio del creciente rechazo, no duda en emplear todas las fuerzas represivas para asegurar su supremacía. Su fortaleza sigue siendo la debilidad, fragmentación y la falta de estrategia unitaria de la oposición.
  • Nada está perdido si se tiene el valor de reconocer que el movimiento de Abril 2018 ha sufrido, poco a poco, desde el 2019 al 2021 una derrota política que lo mantiene en reflujo, tras la derrota hay que empezar de nuevo, con reorganización, con una nueva estrategia y elaborando una plataforma unitaria de lucha para alcanzar la victoria.
  • Por eso se hace necesario explicar las maniobras y los trucos de la dictadura para que la abstención en la farsa electoral del 7 de noviembre se traduzca en un polo político independiente que permita derrotar a la dictadura. La abstención, por sí misma, no compromete a los ciudadanos a organizarse y asumir una plataforma política unitaria.
  • Hay que organizar todas las formas de autoorganización de los ciudadanos autoconvocados a nivel local, aunque sea minúsculo, pero en cuanto la situación cambie, el reinicio de un nuevo ascenso social será infinitamente más fácil que desde cero.
  • La implosión del régimen será producto de la concatenación de las factores complejos e interdependientes (económicos, políticos, sociales e internacionales), elementos que después de un proceso de degradación que van minando los cuatro pilares que sostienen a la dictadura. Ortega vive con terror que la mayoría de población descubra que su régimen está carcomido y puede ser socavado al interior de su base social.

PODERES FÁCTICOS EXTERNOS

  1. Ortega quiere un acuerdo con los EEUU porque quiere evitar que las sanciones resquebrajen sus pilares de sostenimiento; sabe que la economía está bajo mucha presión y que para mejorarla necesita de los préstamos y de las inversiones extranjeras, no hay otra forma. El problema es que las posiciones de partidas de uno y de otro son muy distantes. Ortega insiste en que se levanten las sanciones individuales a sus allegados para impedir el enflaquecimiento de sus partidarios; mientras, EEUU demanda, previamente el cumplimiento de todos los compromisos firmados en el 2019.
  2. La desconfianza recíproca dificulta el primer paso. EEUU sigue esperando que la presión de las sanciones fuerce la determinación del régimen a negociar, mientras que Ortega ha interpretado que la derrota norteamericana en Afganistán e Irak, el atasco legislativo y los otros problemas internos (migración, ómicron, la toma del Capitolio, etcétera) como una prueba de que EEUU no tiene posibilidad de escalar las presiones;, además su acercamiento a Rusia y a China, en el juego geopolítico tripolar, le permite tener un paraguas extra para ganar tiempo y negociar en mejor posición.

ORGANIZAR A LOS DIRIGENTES NATURALES

  1. Entre el 2018 al 2021, los acontecimientos políticos han demostrado que una dirección de política que yerra tanto es una dirección incapaz, fracasada para conducirnos a la victoria; por lo tanto, necesita ser renovada ya que carece de autoridad a los ojos de los ciudadanos autoconvocados. Esa dirección política cometió terribles y catastróficos errores: ayudando a desmovilizar las protestas, darle tiempo y oxígeno al dictador, aceptando la permanencia de los paramilitares y creer en los nuevos acuerdos (marzo 2019) a sabiendas del incumplimiento de los acuerdos anteriores (mayo 2018).
  2. No solamente se trató de una derrota política coyuntural, sino que permitió una inflexión decisiva, la dictadura comenzó a estabilizar su situación vía represión. El liderazgo político de la época no entendió la diferencia entre una derrota política momentánea y un punto de inflexión decisivo, el cual permitió el reflujo de largo plazo del movimiento de abril, no entender esto fue una carencia más de esa dirección política. Al mismo tiempo, los poderes fácticos externos comprendieron que Ortega había recuperado su capacidad política para llegar a noviembre de 2021.
  3. Ante la crisis del liderazgo político de la época no sólo es legítimo tener dudas, sino que esas dudas están justificadas. La creación de un nuevo liderazgo, se ha hecho necesaria. El mantenimiento de ese liderazgo político sólo puede crear fisuras, fracturas y aislamiento entre a los cuadros y los dirigentes naturales con los ciudadanos autoconvocados. Es urgente renovar el liderazgo político para mejorar la táctica y la estrategia para alcanzar la victoria.
  4. Solamente si logramos ganar y organizar a los mejores entre los dirigentes naturales locales del movimiento social autoconvocado, si logramos fusionarnos, ganarlos para una plataforma unitaria que permita fortalecer la organización en contra de la dictadura, lograremos construir un contrapoder. Lo que hemos visto después de abril 2018 ha sido que el nuevo liderazgo político al no tener estrategia propia cedió el centro político que tenía una estrategia política para negociar, no para derrotar a Ortega. En el futuro inmediato es encontrar formas de organización que conduzcan a la unidad de la gran mayoría de la oposición.

CONCLUSIONES

  • En el 2022, hay que mantener las iniciativas de los liderazgos naturales locales que deben de actuar haciendo hincapié en la necesaria conquista de la población y en tácticas obligadas para evitar la represión. Son acciones que se deben desarrollar simultáneamente porque son tareas que, aunque estén entrelazadas, se combinan en diferentes proporciones, en diferentes momentos. En las actuales condiciones de represión el trabajo político de conquista de la población tiene que ser una actividad clandestina.
  • Ortega intentará obtener con el “diálogo” la garantía de que se mantendrá el “status quo” actual como parte indispensable para construir una “falsa democracia o democracia sin el pueblo” de manera duradera. Estamos, pues, enfrente a otro “juego político” de las elites. Las elites tienen que decidirse entre la ambición de Ortega de crear una dinastía y los intereses del gran capital a mediano y largo plazo. La pregunta es: ¿si ese “juego político” es compatible con el desarrollo sostenible del país?
  • En el 2022, Ortega se mantendrá intransigente sobre los asuntos que afecten a sus intereses, piensa que cualquier otra reacción se vería como una demostración de debilidad que pondría en peligro el deseo de proyectar fortaleza y estabilidad en un año sensible. El escenario de inmovilismo no podrá mejorar los dos escenarios: nacional e internacional.
  • En el proceso de concertación política unitaria, las tendencias o plataformas existentes se reagrupan, se separan, se reagrupan de nuevo. Es proceso normal. La estrategia debe ser una dialéctica de superación de posiciones parciales. No se debe hacer separaciones injustificadas, es decir, por cuestiones tácticas o de análisis de político de la coyuntura.
  • La fragmentación de la oposición es un gran obstáculo y un gran freno para derrotar a la dictadura. La rotura es una tragedia porque los más capaces, los líderes naturales, se auto debilitan. La división condena a la impotencia y al debilitamiento de la capacidad de incidencia política en la población.
  • Estamos a favor de la concertación de una estrategia política unitaria de todas las plataformas existentes. No olvidemos que juntos somos mayoría, juntos somos más fuertes.

El objetivo estratégico de Ortega es permanecer en el poder. Su objetivo táctico es que EEUU, Canadá, Inglaterra, Suiza y la Unión Europea quiten las sanciones a los miembros de los círculos de poder. Mientras eso no ocurra la represión no solo va a continuar sino que se puede recrudecer. Esa será la realidad de nuestro país Nicaragua en el 2022.

El expresidente de Estados Unidos (EEUU) Jimmy Carter ha mostrado su preocupación por la democracia de su país. A las puertas del primer aniversario del asalto al capitolio ha señalado en un artículo en The New York Times los riesgos de una nación que «se tambalea» y que puede derivar en un «conflicto civil».

Existe la posibilidad de que Trump, o alguien como él, pueda regresar a la presidencia de los EEUU en el 2024. Está en juego el futuro de la democracia en EEUU, del que depende en buena parte el futuro de la democracia en Centroamérica y en América Latina. Si la democracia se hunde en Washington, la posibilidad de que Ortega se mantenga en el poder sube.

En tanto, la canciller de Colombia, Marta Lucía Ramírez, reprochó en su discurso leído ante la CELAC, “el silencio de este foro internacional ante la ruptura democrática”, en la que, según dijo, se encuentran tres países de la región, pues según la “Declaración de Defensa de la Democracia, suscrita por los países miembros de la CELAC en 2011, determinó que se debe suspender al Estado en donde haya ruptura del orden democrático, violación de los derechos humanos, desconocimiento de los derechos y libertades fundamentales, sometimiento a torturas, negación a la libertad de opinión o detenciones arbitrarias”. Sin embargo, “estas acciones tienen lugar en al menos tres de los países que acá se encuentran”.

El ensamblaje de la Nicaragua profunda y la Nicaragua deseada de las modernizaciones se construyó desde un sistema político centralizado en la figura presidencial y articulado a través de la operación de los poderes fácticos, que neutralizan la participación política directa de otros actores. Hay mucho vino viejo en barricas nuevas.

La derrota de la modernización económica del país se expresó en la incapacidad de inclusión social y productiva para la mayoría de la población. La derrota de la modernización política ocurrió porque, no desmanteló los pilares del régimen autoritario y hubo incapacidad de sustituirlos. El presidencialismo se transfiguró en una dictadura acotado por los poderes fácticos. El partido hegemónico se fue imponiendo a través de pactos oligárquicos entre partidos, políticos y elites empresariales cuyo lubricante fue el reparto de recursos públicos. Las reglas informales continuaron imperando al lado de un activismo legislativo de leyes aprobadas pero casi nunca acatadas.

Ortega comienza a gobernar en una cancha marcada por la falta de contrapesos. Primero, los aparatos del Estado: partidos políticos, Poder Legislativo, Poder Judicial y órganos autónomos se subordinan a la voluntad del dictador. Segundo, el espacio integrado por organizaciones no gubernamentales, intelectuales públicos, expertos y centros de análisis e investigación fueron, poco a poco, reprimidos, anulados, eliminados o encarcelados. Tercero, los mercados, es decir, el capital financiero y los distintos segmentos del capital nacional y trasnacional adquieren beneficios y prerrogativas por lo que aceptan transformarse en cómplices, pasivos o activos, de la dictadura. Cuarto, los factores externos, que para nuestro país quiere decir fundamentalmente Estados Unidos, veían hacia otro lado mientras el dictador desmantelaba la frágil democracia que existía antes del 2007. Sin embargo, en el 2022, Ortega está más débil de lo que a veces parece.

La palabra ‘radical’ viene de ‘raíz’ y nosotros queremos arrancar de raíz el régimen corrupto de injusticias y de privilegios, ¡claro que somos radicales!

Algunos datos sobre el ferrocarril de Nicaragua

Durante la presidencia de Zelaya se construyó el ramal del ferrocarril de Rivas a San Juan del Sur de 25 kilómetros. Se comenzó en 1897 la construcción del ramal del ferrocarril de Monkey Point, en la Costa Caribe, al puerto lacustre de San Miguelito en el lago Cocibolca, del cual se construyeron 22 kilómetros.

En 1899 inauguró la ruta del ferrocarril que partía de Masaya y pasaba por Catarina, Niquinohomo, Masatepe, San Marcos, Jinotepe y finalizaba en Diriamba. Esta ruta tenía 44 kilómetros y fue vital para el desarrollo de esas ciudades y su producción agrícola y comercial.

También se construyó la llamada Ruta Central, que unió a La Paz Centro con Managua, eliminando el transbordo por barcos de carga y pasajeros de Puerto Momotombo a Managua. La Ruta Central tenía 58 kilómetros, costó tres millones de pesos y se inauguró el 15 de Marzo de 1903.

Después de la intervención norteamericana (1910), tanto como Juan José Estrada Morales Díaz (1910-1911) como Adolfo Díaz Recinos (1911-1916) no continuaron la construcción del ferrocarril de San Miguelito en el lago Cocibolca a Monkey Point en la Costa Caribe, sino que hicieron algo perverso: destruir lo que en esa nueva ruta que Zelaya había construido. Hubiese funcionado como un Canal Interoceánico Seco.

Cuando se liquidó el ferrocarril en 1992. El economista Oscar René Vargas hizo este análisis: «Estratégicamente para Nicaragua fue una gran pérdida el haber cancelado el medio de transporte más barato. Lo que significa que Nicaragua optó por el medio de transporte más caro del mundo: las carreteras y los vehículos individuales. Nicaragua entró al siglo XX en ferrocarril y salió del siglo XX a pie. Lo que nos demuestra que Nicaragua no progresó en el lapso de un siglo».

Los materiales fijos, rieles y rodantes locomotoras y demás vagones fueron vendidos a El Salvador y a parte a Chile, donde están operando normalmente en 2022.

Al gobierno de la Sra. Chamorro se le presentó el proyecto que era trasladar el ferrocarril, aprovechando los rieles, materiales fijos y con durmientes de concreto, hacia una terminal principal sería San Benito hasta Puerto Cabezas o Bluefields. Esta ruta tenía –y tiene– el gran beneficio que el ferrocarril desarrolla la agricultura, el transporte es barato, crea nuevas ciudades y la población distribuye mejor trasladando emprendedores hacia el territorio de la Costa Caribe, desconcentrando la apretujada población del Pacífico hacia un territorio casi despoblado. Actualmente, todos los países centroamericanos están desarrollando e invirtiendo en ferrocarriles menos –como siempre– en Nicaragua.

Las compañías bananeras y madereras construirían una línea aislada de 100 kilómetros de longitud de ancho internacional entre Puerto Cabezas y Cocoland. Esta línea operó desde 1925 hasta 1955 y fue utilizada principalmente como medio de transporte de carga de madera y plátanos. Cuando las compañías abandonaron Nicaragua, levantaron los rieles y todo el material de regreso a los EEUU.

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