Nicaragua es una sociedad fragmentada

La lucha en contra de la dictadura Ortega-Murillo debe de ser con el rostro enmascarado.

La situación económica de Nicaragua es cada vez más desafiante. Lo es por el incremento del coste de la vida, pero también por un cambio estructural, supremacía del capital bancario/financiero, que no crea los suficientes puestos de trabajo formales. La política social está hecha a base de eslóganes, a base de declaraciones vacías, a base de gesticulaciones teatrales, políticas que más que pretenden mejorar la realidad pretenden esconderla a través de narrativas mentirosas.

El paraíso de los ricos está hecho con el infierno de los pobres

Desde el 2018 a la fecha la participación de los salarios en el ingreso nacional ha ido en declive, lo que significa que la desigualdad y la pérdida del poder adquisitivo encarna que la economía no recibe un estímulo suficiente para un crecimiento sostenido y se ha vuelto más dependiente de las remesas, de la inversión extranjera directa, de los préstamos internacionales y de las exportaciones.

Nicaragua es un país profundamente desigual pues los 211 millonarios poseen una riqueza de US$ 27,000 millones de dólares, mientras que el PIB, en el 2023, alcanzó el monto de US$ 17,829.3 millones de dólares. No es un secreto que la desigualdad expresa un fenómeno de creciente concentración de la riqueza por los miembros de la vieja y la nueva oligarquía, en contraste los trabajadores reciben bajos salarios y se presenta una tendencia a la precarización de sus ingresos. Sumado a lo anterior, la banca que opera en Nicaragua reportó ganancias extraordinarias. Por ejemplo, entre el 2023, las utilidades de las entidades financieras crecieron en 28.93% en relación al 2022, lo que equivale a US$ 172.83 millones de dólares. Es decir, las ganancias de los bancos han aumentado a un ritmo mayor que el ingreso nacional.

Entre el 2018 y el 2024 no hay empresario de los grandes que haya fracasado, al contrario, todos han tenido utilidades. Los bancos, en ese período, es cuando más ganancias han tenido en toda la historia de Nicaragua. Las empresas no financieras, las empresas que producen bienes y servicios se han vuelto más dependientes del capital bancario y trasladan parte de sus utilidades al capital financiero.

El aumento nominal de los salarios que han tenido en el 2024 ha sido devorado por el incremento del costo de la canasta básica. Por si fuera poco, la desigualdad se agudiza si consideramos que la mayoría de los ingresos tributarios lo aportan los hogares, cuando deberían ser las empresas y los bancos contribuyan más.

El capitalismo de amiguetes” es la causa principal de la precariedad social y laboral por las pérdidas de empleos estables, al mismo tiempo, es un factor importante en la carestía de viviendas o de la infradotación en inversiones en educación y salud. Es una tecla clave para explicar el deterioro general de la gran mayoría de los ciudadanos y el pesimismo de los pequeños, medianos y grandes empresarios que merma las posibilidades de grandes inversiones dentro de los próximos meses o años.

Chayoburguesía

Otro elemento que explica el deterioro generalizado es la corrupción institucionalizada ligada al proceso de acumulación que favorece el modelo de acumulación vigente. Ortega, en sus discursos, suele recurrir al eslogan de que uno de los objetivos principales de su régimen es fomentar el “bienestar de la familia”. En el transcurso de los años (2007-2024) ha quedado claro a cuáles familias se refería: no han sido desde luego, a las más desprotegidas y empobrecidas, sino aquellas estrechamente ligadas al poder político y económico (banqueros, barones de la corrupción, gran capital, especuladores, saqueadores institucionalizados, Chayoburguesía y algunos más).

La Chayoburguesía lucha por mantener intocados sus abundantes privilegios, su opacidad, su corrupción, sus abusos, su mundillo de cuentos de hadas y, sobre todo, su impunidad. Solamente con la caída de la dictadura se acabará el festín de los negocios de la “famiglia” y sus aliados. Es decir, la “famiglia” se convirtió en un reducto para la impunidad, el tráfico de influencias, el nepotismo y el derroche de recursos para sufragar la vida ostentosa de los más altos funcionarios. El Estado está gobernado por una mafia organizada.

Otro factor es que la Chayoburguesía se ha transformado en una cofradía gansteril. Esa práctica gansteril se aprovecha de la complicidad abierta o encubierta de los poderes fácticos para imponer sus intereses particulares al resto de la sociedad. La gansterilidad de la Chayoburguesía, bajo sus diversas figuras, ha terminado siendo el fluido que mueve la economía. Una larga cadena de mafiosos ha penetrado todas las esferas del aparato estatal. Cadena que termina en las manos del “gran capo”. El enriquecimiento acelerado e inexplicable de la Chayoburguesía se ha realizado a través del proceso de acumulación originaria: la corrupción, el fraude, la estafa, el robo, la venganza política, la violencia institucional, el clientelismo, las violaciones de los derechos humanos, etcétera.

El “capitalismo de amiguetes”, impulsado por la dictadura Ortega-Murillo, camina sobre dos pies: es un modelo de acumulación combinado con un componente predominantemente financiero y de acumulación originaria de capital practicado por la Chayoburguesía; pero, sobre todo, es una dictadura de dominación sociopolítica y que su supervivencia está garantizada por las fuerzas militares, policiales y paramilitares. Es decir, es un capitalismo de desarrollo desigual que combina diversas formas de acumulación en beneficio de “los de arriba”.

Desde el 2018, el “capitalismo de amiguetes” sufre la convergencia de fisuras/fracturas de los pilares de sostenimiento de la dictadura. Los esfuerzos de los principales anillos de poder neutralizar las grietas/quebrantos no han evitado el desarrollo del proceso de implosión. Otra característica ha sido que el régimen no ha roto el pacto con el gran capital, aunque su relación se haya vuelto más densa han evitado, por el momento, una confrontación económica-política abierta. Sin embargo, las rendijas/resquicios se siguen abriendo al desarrollarse una continua competencia por la apropiación del excedente económico.

Esta caracterización multidimensional (económica, política y militar) del “capitalismo de amiguetes” nos permite darnos cuenta de la diversidad y jerarquía de clase que caracteriza el actual modelo de acumulación en Nicaragua. La multidimensionalidad es jerárquica y los poderes fácticos económicos se disputan las porciones del pastel, que no solo no crece lo suficiente para satisfacer a todos, sino que exige de la represión constante del movimiento sociopolítico, actualmente hibernando, para poder apropiarse de los excedentes. Estamos viviendo una etapa de deterioro de la rentabilidad general y consecuente agudización de las disputas por un mayor volumen de beneficios. Más agudas por los sectores improductivos y rentistas de la Chayoburguesía. Al mismo tiempo, la dictadura Ortega-Murillo desarrolla una falsa retórica anti-oligárquica para esconder su propio enriquecimiento acelerado.

La intensificación de la competencia económica desigual en un contexto de bajo crecimiento económico y limitación de la generación de las ganancias, factores que tienden a transformarse en el espacio de todas las contradicciones intercapitalistas. La interdependencia de los distintos capitales tiene, pues, efectos contradictorios por la lucha de una apropiación mayor del pastel por parte de la Chayoburguesía; lo que se va transformando, poco a poco, en un freno a las actividades de los otros grupos económicos. El estancamiento relativo de la rentabilidad del capital comercial, ganadero, cafetalero y manufacturero contrasta con el ascenso real de las ganancias del sector financiero y de la fracción privilegiada de la Chayoburguesía.

La política de “tierra quemada” instrumentalizada por la dictadura ya no es sólo una imagen, como lo demuestran el destierro, la desnacionalización, la persecución religiosa, la confiscación de los bienes de los ONG´s, a personas individuales e iglesias y las condenas internacionales de los organismos internacionales de derechos humanos. Esta represión indiscriminada está acelerando el declive del régimen. Hasta la fecha, la imagen política del gran capital es de “vasallo” de la dictadura. Sin embargo, el deterioro de los pilares de sustentación del régimen permite al “vasallo” comenzar a jugar su propio juego sin que esto signifique la ruptura inmediata con la Chayoburguesía, pero el surgimiento de fisuras. La gran burguesía vive en un dilema: seguir apoyando la conducta del régimen o tomar distancia.

Perspectivas para el 2025

Por la situación política hay muy pocas posibilidades de aprovechar que empresas extranjeras vengan a instalarse en el país como parte del proceso de relocalización de las cadenas productivas (nearshoring) al no presentar buenas condiciones para llevar a cabo operaciones de relocalización debido a la crisis sociopolítica y a su atraso económico.

La no llegada de nuevos capitales limita las oportunidades laborales, la dinamización de la economía, las inversiones en el sector turístico y mayores recursos a disposición del Estado para cumplir las funciones en materia de desarrollo. Debajo de este rejuego, transita la economía real de la producción, la distribución y la acumulación de capital productivo.

Las perspectivas de la economía, en el 2025, se puede “enfriar”, dado que el desempleo va aumentar producto de la compactación en curso, los salarios reales van a disminuir por su congelamiento y el incremento del costo de la vida. Al mismo tiempo, se está produciendo un debilitamiento del gasto de los hogares y una reducción de la inversión. La rentabilidad del capital no financiero se encuentra en su nivel más bajo. Eso augura un crecimiento frágil en el futuro.

Los inversionistas privados nacionales (pequeños, medianos y grandes) están a las expectativas por la compactación y sus efectos en la confianza en los consumidores, la actividad económica y el flujo de capitales. La compactación puede provocar una inversión privada reducida, pues los inversionistas esperan qué pasará en el último trimestre de este año (2024). Ya que van a esperar la magnitud del ajuste y manejo del gasto público. Ambos factores pueden tener efectos negativos en la confianza empresarial y en la actividad económica, vía la inversión.

La economía no está bien. Si convenimos en apuntar que la clave de toda economía es su o sus capacidades de proveer de subsistencia y bienestar a quienes forman la sociedad, debemos decir que seguimos siendo una economía y una sociedad de ingresos bajos, con la mayoría de los nicaragüenses viviendo bajo la línea de pobreza y sin tener unas perspectivas creíbles de mejoramiento de su nivel de vida que, en lo fundamental, depende del empleo y los salarios. Actualmente solamente uno de cada cuatro nicaragüenses en edad laboral se encuentran en la economía formal y el resto en la economía informal o en el desempleo abierto.

Dicho de otra manera: si medimos la economía considerando como indicadores principales el empleo y sus remuneraciones, la economía no funciona bien. No hay coincidencia entre el número de plazas de trabajo disponibles con las necesidades crecientes de jóvenes que buscan trabajo, tampoco los salarios alcanzan para cubrir los gastos indispensables para tener condiciones dignas de vida.

Las altas tasas de intereses de los bancos afectan a las ganancias de las empresas particularmente pequeñas y medianas. Los ingresos personales disponibles han disminuido en el 2024 en comparación al 2007. Las empresas comienzan a reducir sus gastos. Se mantiene la baja productividad y los niveles de vida han retrocedido. Estos factores repercutirán negativamente en la actividad económica en el 2025 vía caída de producción, el consumo, la inversión y el empleo formal.

Acercándonos ya al final de 2024, no hay modo de saber con exactitud que choques sociopolíticos y económicos enfrentará el país desde ahora hasta finales del 2026. Pero hay algo claro: dada las condiciones económicas, sociales y políticas de Nicaragua la dictadura no puede permanecer inmóvil producto de la descomposición, el descontento social, el declive de la dictadura y el proceso de implosión en desarrollo.

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