La nueva ola de encarcelamiento y represiva desatada por el régimen es una táctica para infundir terror y miedo en los ciudadanos en general, los parientes próximos y los amigos cercanos. Este período de incertidumbre nos afecta a todos.
La política del régimen demuestra que trata de navegar guiándose por las estrellas cuando el cielo está nublado tratando de consolidar, en este tiempo de cambio y ruptura, una sucesión dinástica que apuesta por la prolongación de una dictadura de saqueo y corrupta.
Sin embargo, el proceso de implosión en desarrollo nos indica que estamos en la víspera de una transición en el corto o mediano plazo. El descontento acumulado se tiende a transformar en un huracán que arrasará con los principales anillos de poder, incluyendo a Ortega.
La dictadura y su círculo íntimo de poder han llegado a un estadio que no logran diferenciar entre la realidad y las mentiras de su propia narrativa. No logran determinar la diferencia entre su propia propaganda y la realidad cotidiana. Sus mentiras ya no solo buscan como engañar las mentes de las gentes de a pie, si no que falsificar la realidad para influir en sus propios anillos de poder. Lo que representa un grave problema político ya que la cúpula de poder no logra determinar entre la realidad y sus falsificaciones estableciendo un escenario peligroso ya que crea el caldo de cultivo para el desarrollo de las termitas y el surgimiento de un cisne negro.
Hay que estar claro que la crisis sociopolítica genera dinámicas propias, incluso desenlaces no buscado ni deseados por Ortega-Murillo, como es el caso de la represión en contra de la iglesia católica y los jesuitas. Lo anterior ha provocado una aceleración de la crisis, tanto a nivel nacional como internacional, permitiendo el incremento de las actividades de las termitas en el proceso de debilitamiento de los propios pilares de sustentación de la dictadura.
La confiscación de la Universidad Centroamericana (UCA) nos demuestra fehacientemente que los nicaragüenses estamos viviendo mundos paralelos que no se conectan entre sí. Por una parte, existe una Nicaragua mágica, con una herencia cultura importante, con recursos naturales extraordinarios, llena de luz y belleza. Por otra parte, existe una Nicaragua con una elite política, militar, policial llena de maldad, sombras, egoísmo, corrupción, violencia, represión e inseguridad.
Día a día ese abismo se va ensanchando lo que alimenta el proceso de implosión y facilitará, en última instancia, el surgimiento del cisne negro que provocará la repentina caída de la dictadura. La estrategia de los diferentes sectores de la oposición debería de orientarse a socavar los pilares de la dictadura alimentando las termitas que permitan la caída de la dictadura