Los anuncios del presidente ruso, Vladímir Putin, han disparado la tensión internacional en torno a la guerra de Ucrania. Pero también han puesto en marcha una carrera contrarreloj para encontrar una salida negociada al conflicto antes de que sea demasiado tarde. Sobre todo, tras la amenaza formulada por el líder ruso de utilizar la opción nuclear para romper el estancamiento militar ruso y garantizar la propia seguridad de Rusia, aunque sea por los medios más brutales.
China aparece como la única potencia con una voz suficientemente fuerte para ser escuchada no solo en Rusia, sino también en Occidente. Pekín es un socio privilegiado de Moscú, pero no es, de momento, su aliado bélico. Por eso, puede ser de vital importancia escuchar la llamada al diálogo que ha hecho China ante una escalada de tensión que parece imparable. De momento, la Unión Europea (UE) parece tener conciencia de la importancia de Pekín en un eventual proceso de paz y ha pedido al Gobierno chino que utilice toda su influencia sobre Moscú para rebajar los ánimos bélicos.
China llama al diálogo y la UE pide a China que medie
«Hacemos un llamamiento a las partes concernientes para lograr un alto el fuego a través del diálogo y la consulta, y encontrar una solución que tenga en cuenta las preocupaciones legítimas de seguridad de todas las partes», indicó el portavoz del Ministerio chino de Asuntos Exteriores, Wang Wenbin, en el marco de la Asamblea General de la ONU celebrada en Nueva York.
Esta petición, que no implica ningún ofrecimiento de mediación, ha sido aprovechada por el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, para solicitar al propio ministro de Exteriores chino, Wang Yi, que Pekín «emplee su influencia sobre Moscú para poner fin a la guerra» y así atajar «la escasez de alimentos y energía, y la inestabilidad financiera» derivadas del conflicto y que afectan ya a buena parte del planeta, China incluida.
Apuestas por derrotar a Rusia en el campo de batalla
La petición de la UE tiene gran importancia, pues después de que Putin hiciera sus advertencias nucleares y ordenara la primera movilización militar de la población rusa desde la derrota de la Alemania nazi, la respuesta de Occidente fue inmediatamente cerrar filas con Ucrania y apostar por la derrota de Rusia, con su retirada del país invadido y la anulación de su capacidad para amenazar a más países en el futuro.
El presidente francés, Emmanuel Macron, aunque indicó que se mantiene el objetivo de «restaurar las condiciones para un diálogo de paz», inmediatamente pidió que se mantenga la presión sobre Putin y se siga ayudando al Gobierno de Kíev para que recupere la soberanía sobre todo el territorio conquistado por Moscú. Así se expresó también el presidente de la República Checa, Milos Zeman, quien reclamó el aumento de la ayuda militar a Ucrania tras las medidas de movilización parcial ordenadas por Putin.
En muchas capitales europeas se piensa que la amenaza de Putin con las armas nucleares es un farol y que es preciso aprovechar los logros de la contraofensiva ucraniana de principios de mes en el nordeste del país.
Pese al triunfalismo, Rusia no está aún derrotada
Pero la derrota de Rusia, sobre todo después de poner sobre la mesa la pistola nuclear, no parece tan factible. Ni su «maltrecho» Ejército está siendo obliterado en Ucrania, pese a los cánticos triunfales de los últimos días en Kiev y Occidente, ni la decisión del Kremlin de imponerse a sangre y fuego ha variado un ápice.
Rusia sigue manteniendo el control de una quinta parte de Ucrania, apenas alterado tras las victorias parciales ucranianas. Tratar de ignorar esto es el primer paso hacia el desastre total. Los pseudoreféndums ilegales planteados para los próximos días por el Kremlin para el Donbás, Jersón y otras zonas ocupadas por Rusia convertirán a ojos de Moscú estos territorios en parte de la Federación Rusa y, por tanto, susceptibles de ser defendidos con todos los medios precisos. Incluidos los misiles cargados con armas nucleares tácticas.
Además, pronto las fuerzas rusas desplegadas en Ucrania podrían tener tropas de refresco. Los siete meses de guerra han agotado al Ejército del Kremlin, pero no solo. El Ejército ucraniano también está exhausto, como lo demuestra la ralentización de la contraofensiva, y no tiene ese recambio de 300.000 nuevos soldados que podría remozar el frente ruso en los próximos meses.
Y las amenazas rusas son creíbles
La vanagloria y el falso triunfalismo proclamados días atrás por Kíev y sus aliados no sirven de nada ante la probabilidad de que las armas nucleares entren en juego. En declaraciones a Radio Nacional de España, el coronel retirado y ex agregado militar en Rusia y Ucrania Manuel Morato subrayó que «el Gobierno ruso puede ser lo que sea, pero sus avisos suelen ser creíbles». Según Morato, «Rusia tiene medios suficientes desde el punto de vista militar para acabar con Ucrania y también con nosotros». El coronel español subrayó que «al enemigo hay que dejarle siempre una vía de escape y más con el potencial nuclear que tiene».
Sobre este peligro ha advertido hasta el propio presidente estadounidense, Joe Biden, muy alto y claro, pues parece que en Washington se tiene más conciencia que en Europa de lo que puede significar un ataque nuclear. Al fin y al cabo, EEUU ha sido el único país en la historia que ha osado masacrar población civil con armas atómicas, en el Japón de la II Guerra Mundial. Según Biden, lo que se está jugando ahora mismo en Ucrania en última instancia es «el derecho de este país a existir».
Es posible la negociación y China debería de tener la iniciativa
No es vana la posibilidad de conformar una mesa internacional para lograr un alto el fuego. Pero no será en Occidente donde se debe buscar esa iniciativa, dada la implicación de EEUU, la OTAN y la UE en el conflicto. Tampoco el doble juego que ha mostrado Turquía en esta crisis ayuda a la formulación de una propuesta fehaciente de negociación. Obstaculiza esta mediación turca la estrategia descarada del régimen de Ankara de ocupar los vacíos de influencias que puede dejar Rusia en el Cáucaso, el Mar Negro y Asia Central, donde se ha disparado la desconfianza en Moscú. La mirada debe ser puesta en Oriente, algo que no acaba de gustar en Washington o en Bruselas, como hicieron saber en la Cumbre de la OTAN celebrada en junio en Madrid.
Desde un principio, China, una superpotencia mundial con intereses económicos vitales en Europa y una cercanía relativa al Kremlin, ha mostrado una posición más o menos equilibrada en torno a la guerra. En Pekín no gustó nada la invasión rusa, por la desestabilización económica que ha deparado en todo el planeta y que afecta a sus intereses. Pero tampoco ha respaldado las sanciones internacionales impuestas a Rusia, algo que ha sido malinterpretado en Occidente como un apoyo al Kremlin. China hace únicamente su propio juego. Le interesa mucho el gas y el petróleo rusos que ya no fluirán hacia Europa, pero necesita los clientes y los lazos comerciales europeos para su expansión global.
Una oportunidad para realzar la imagen internacional de Xi
Con el impulso de unas negociaciones de paz sobre Ucrania, el presidente chino, Xi Jinping, podría apuntarse un tanto de cara a la celebración del Congreso del Partido Comunista Chino a mediados de octubre. En ese evento, Xi será reelegido para su tercer mandato. Un logro internacional de ese tipo acallaría las voces discordantes sobre la perpetuación del líder chino en el poder. También suavizaría las denuncias por la violación de derechos humanos en la región noroccidental de Xinjiang. Asimismo, abriría las puertas a una eventual implicación de China en la reconstrucción de Ucrania y en la recuperación europea de la crisis derivada de la guerra.
China rechaza convertir a Rusia en un paria internacional
De momento, este jueves Wang Yi se reunió en Nueva York con su homólogo ruso, Sergei Lavrov. El ministro de Exteriores chino pidió que no se descartara la negociación y afirmó que Pekín apuesta por unas conversaciones de paz. No obstante, Wang advirtió acerca de los intentos de aislar internacionalmente a Rusia y en concreto de privarle de voz en la ONU. Wang recordó que ese país es miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, junto a la propia China, EEUU, Francia y Gran Bretaña.
Fue el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, pidió que se retire a Rusia ese derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Pero Wang rechazó tal posibilidad. «Nadie puede privar a Rusia de este derecho», aseveró, en una advertencia velada de que la conclusión del conflicto de Ucrania no puede pasar por la conversión de Rusia en un paria internacional.