El Vaticano, la CEN, la oposición y la actual correlación de fuerzas

Hay que recordar que no hay diálogo en frío. Las partes dialogan cuando ambas partes cuentan, cada una, con la capacidad de cambiar la correlación de fuerzas a su favor. La oposición a la dictadura ni el Vaticano tienen la pujanza para cambiar la actual correlación de fuerzas para obligarlo a negociar una salida. La dispersión del liderazgo de los movimientos sociales, nacido en el 2018, prevalece regada en el exilio y en el interior del país sin la fuerza sociopolítica necesaria ni la estrategia para debilitar a la dictadura, obligarla a negociar y liberar a todos los presos políticos.

Las declaraciones del papa Francisco

Las declaraciones del Papa Francisco parten de un análisis de la coyuntura de parte del Vaticano y de la mayoría de los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) que los lleva a la conclusión que la Iglesia católica tienen de dialogar y negociar con la dictadura Ortega-Murillo.

Las declaraciones del Papa Francisco expresan una propuesta subyacente que consiste en pedir, ilusamente, a la dictadura Ortega-Murillo que deje la intransigencia, que aprenda a tolerar y a convivir las disidencias para poder llegar a acuerdos con los otros poderes fácticos, y así comenzar a sanar las heridas e iniciar la reconstrucción del país.

La retórica conciliadora del Papa evita hacer referencia a la persecución y exilio de más de 50 sacerdotes ni del encarcelamiento de otros, lo que nos indican que el Vaticano ha adoptado la tesis de la “salida al suave” en un «momentum» de fragilidad de la dictadura en la actual coyuntura sociopolítica, decisión que puede facilitar que otros poderes fácticos promuevan, abiertamente, la misma posición. Las declaraciones del Papa ha sido una jarra de agua fría para oposición real y una bendición para los poderes fácticos de las elites.

Las declaraciones del papa Francisco desautoriza a los obispos Álvarez, Báez y Mata que encarnan la tendencia, al interior de la CEN, del sentir del 85% de los ciudadanos que rechazan el actual rumbo del país y por lo tanto se inclinan a favorecer la implosión endógena del régimen. Las declaraciones del Papa pusieron en evidencia la existencia de una desconexión del Vaticano con la Nicaragua real.

El análisis del orteguismo

Por su lado, el “orteguismo” si tiene la capacidad de mantener la correlación de fuerza a su favor lo que le permite no aceptar una negociación. Ortega, al decir que no tiene nada que negociar con los poderes fácticos (incluyendo a la Iglesia católica) ni con EEUU, implícitamente mantiene su estrategia basada en “el poder o la muerte”. Sabe que sus fuerzas de sustentación no son monolíticas y que son sujetas al peligro que se desarrolle un proceso de implosión interna, para evitarlo mantiene la táctica de la represión generalizada.

Para Ortega, aceptar negociar en las condiciones actuales, sin presión política interna, es hacerse el harakiri político, ya que no tiene una presión sociopolítica real para hacerlo. Ortega está dispuesto a negociar con EE.UU. siempre y cuando le permitan o le garanticen su permanencia en el poder reconociendo su reelección fraudulenta de noviembre de 2021.

La lucha política consiste en tener una estrategia que permita capitalizar el descontento social y reunir las fuerzas sociopolíticas para aprovechar el desarrollo del proceso de implosión interna de la dictadura. El peligro es que, a falta de una estrategia, de parte de la oposición, para crear un contrapoder, la implosión interna tenga como resultado ya sea caer en lo mismo por medio de un golpe cívico-militar o la anarquía.

La oposición ampliada

El temor de Ortega-Murillo es que las diferentes expresiones del movimiento sociopolítico sean capaces de unirse y elaborar una estrategia para derrocarlo. Así, al mantener y elevar los niveles de represión tiene el objetivo de impedir una coordinación política de la oposición al interior del país, utilizando una represión híbrida: policial, judicial, paramilitar y eliminando todos los espacios de la sociedad civil (las ONG`s) para evitar la reactivación de las protestas.

Así lo que estamos viviendo no es que a la dictadura les salga el tiro por la culata y se dispare en el pie creando un mayor aislamiento internacional. Ortega, lo que está haciendo es controlar aún más su dominación sobre la sociedad sabiendo que EE.UU. y la Unión Europea (UE) están enfocados en la guerra de Ucrania y, por lo tanto, Nicaragua pasó a ser un elemento no prioritario, lo que le permite a Ortega tener mayores espacios para incrementar la represión sin grandes consecuencias negativas, asegurar su base social fanatizada y neutralizar cualquier veleidad de protesta.

La táctica de Ortega es crear una crisis al interior de la oposición real (interna y externa) con el objetivo de aprovechar la falta de estrategia de parte de la oposición para seguir reprimiendo y mantenerse en el poder. Su estrategia es crear y consolidar las bases de sustentación para asegurar/facilitar la sucesión dinástica más allá del 2026. Hay que tener en cuenta de que la cúpula del poder lee los periódicos internacionales lo suficiente para saber lo que está sucediendo a nivel global y tener el conocimiento necesario para actuar con impunidad a nivel interno. No hay que asumir que son tontos. Son malvados, pero no son tontos.

El reto estratégico de la oposición

El reto de la oposición ampliada es elaborar una estrategia básicamente en tres áreas principales. El área económica está dominada por un «momentum» de peligro por una recesión internacional y sus repercusiones sociopolíticas y económicas en Nicaragua. La segunda área es cómo debilitar la alianza de Ortega con el complejo militar, policial y paramilitar que es un pilar de sustentación fundamental de la dictadura. La tercera área son las finanzas, la banca y los organismos financieros internacionales que hasta la fecha le ha permitido recibir los préstamos necesarios para su sobrevivencia. Creo que estas tres áreas son prioritarias en la elaboración de una estrategia de lucha contra la dictadura.

Dada la posible recesión internacional, con sus repercusiones negativas en la economía nicaragüense, lo cual debilita aún más el talón de Aquiles de la dictadura por sus repercusiones sociopolíticas en la sociedad, incluyendo en su escuálida base social. Ortega-Murillo no saben el efecto que puede generar el estancamiento económico entre 2023-2026, período en que puede surgir un “cisne negro”, un hecho no previsto. Ellos piensan que tienen el suficiente poder y/o control que, mediante el soborno, la fuerza, la represión, el exilio forzoso, el asesinato (si es necesario) para salirse con la suya, pero no estoy seguro de que se vayan a encontrar con la simple pasividad de los ciudadanos empobrecidos. La crisis es política. No se solucionará con otra moneda.

Desde el 2018, Nicaragua vive la peor crisis sociopolítica en tiempo de paz desde el fin de la guerra civil de los años 80 del siglo pasado. La dictadura Ortega-Murillo es responsables de los asesinatos de más de 350 personas, del exilio de más de 100 ciudadanos y el encarcelamiento de 205 presos políticos, entre ellos, sacerdotes católicos, estudiantes, campesinos, periodistas, luchadores sociales e intelectuales. Esta realidad conocida a nivel internacional abre la posibilidad de nuevas sanciones internacionales que debilitan aún más a la dictadura y ayudan al surgimiento de un “cisne negro”.

Conclusión

La recesión internacional con sus repercusiones en los precios del petróleo y los alimentos va a tener un efecto dominó acelerando dificultades ya presentes en la sociedad (pobreza, desnutrición, desempleo, desigualdad, caída del nivel de vida, incremento del costo de la canasta básica, etcétera). Frente a este escenario urge elaborar una estrategia para derrocar a la dictadura. Sin presión interna que la debilite, no hay posibilidad de ganar. Sin minar sus pilares de sostenimiento, no hay posibilidad de ganar. Sin fomentar la implosión endógena, no hay posibilidad de ganar. Sin la construcción de una amplia coalición, no hay posibilidad de ganar. El reto inmediato es construir una estrategia que permita crear un centro político aglutinador. Con un país fracturado, la oposición real está obligada a apuntar alto y aspirar a construir un contrapoder y elaborar una estrategia que permita sumar, sumar y sumar.

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