La historia, entre otras cosas, está conformada por sorpresas que sólo se pueden ver mucho después.
En los próximos meses del año 2022, el régimen se enfrenta a un reto desalentador: una economía de bajo crecimiento, acompañado de una tendencia hacia precios más altos para la energía y las principales materias primas, y una recesión económica global; lo cual conduce a un enardecimiento de cada ciudadano, así como al desencadenamiento de un empobrecimiento generalizado en la población vulnerable y en la clase media.
El reto del orteguismo
El reto del orteguismo es mantener el apoyo político, a corto plazo, de su base al tiempo que previenen las consecuencias sociales no deseadas y los riesgos políticos para la estabilidad económica/financiera en el corto y mediano plazo. Prevemos meses de condiciones económicas/financieras difíciles por las cinco crisis y un mayor aislamiento internacional combinada con sanciones económicas, lo que podría alimentar vulnerabilidades sociopolíticas y tensiones económicas/financieras del régimen.
Nicaragua vive una situación de inestabilidad política desde el 2018, una situación de inestabilidad política creciente que cobró un nuevo aspecto desde mediados del año 2021 cuando encarcelaron a políticos, empresarios, sacerdotes, etcétera. Desde el 2007, hemos asistido a procesos políticos caracterizados siempre por un aumento de la fragilidad política del régimen. Al interior de la nomenclatura existe una falsa sensación de seguridad y victoria, mientras que en la llanura reina la ira, decepción, miedo y desconfianza.
La presencia de es inseparable de tal inestabilidad. Ortega siempre ha demostrado una increíble falta de adaptación y una imposibilidad para aplicar fórmulas modernas de pluralismo político. Preso de la “obsesión del poder”, Ortega ha vivido crisis cíclicas y en los últimos años ha sido incapaz de prescindir del régimen dictatorial y autoritario sin estrategia para implementar un desarrollo económico sostenible y razonable.
Economía rentista
En Nicaragua sigue incólume la llamada “economía de renta” de tipo tributario, basada en la posesión de bienes raíces y en una fiscalidad aberrante sobre las clases más desfavorecidas y que no tiene nada que ver con la producción de riqueza y mucho menos con su distribución. Ese modelo económico, además, implica altos niveles de autoritarismo y corrupción, siendo inseparable de ambos fenómenos. Si a estos unimos la presencia del régimen Ortega-Murillo con su innata incapacidad para estimular el desarrollo económico, así como la presión socioeconómica y política, veremos que la situación del país es, en estos momentos, explosiva y es lógico que el régimen encomiende su futuro a los “buenos oficios” de la represión de los paramilitares, policías y jueces, y a su alianza con el capital.
Desde el principio de su andadura como gobierno, Ortega advirtió que entre su concepción política y cultural y la de los sectores democráticos, existían unas diferencias fundamentales: Ortega da importancia al Estado autoritario y a la solidez de su construcción que es la garantía para poder realizar su “misión histórica” centrada en su permanencia en el poder. Para poder “avanzar su proyecto político” era preciso disponer de un fuerte y sólido aparato estatal basado en las fuerzas policiales, la cúpula militar y los grupos de choque o paramilitares.
No hay proyecto de desarrollo
La dictadura Ortega-Murillo ha fracasado económicamente al no tener un proyecto de desarrollo, políticamente es un hervidero de resentimientos y de corruptelas y socialmente está anclada en los siglos pasados y el modelo económico rentista hace imposible que cristalice una burguesía con capacidad suficiente como para que pueda desempeñar algún papel democratizador o “ilustrado”. Por el momento, los problemas sociales no se traducen en un aumento de los movimientos sociales de protesta, ni por un aumento en la filiación de los sindicatos, ni por un radicalismo de los políticos o de grupos de trabajadores; sin embargo, el proceso interno de descomposición del régimen continúa.
En los últimos meses estamos asistiendo a una descomposición de la base social del régimen Ortega-Murillo por el deterioro del poder de compra de los asalariados, de los funcionarios medios del estado y de las alcaldías y el empobrecimiento de los 177.000 pensionados se las ingenian para estirar el pago de C$ 6,000 córdobas mensuales que reciben como pensión promedio, mientras que la canasta básica cuesta cerca de C$ 18,000 córdobas mensuales (US$ 17,843 córdobas para ser exactos), casi tres veces más del ingreso de los pensionados, al mismo tiempo que la inflación dispara los precios de los servicios y productos.
El camino de la inmigración
En la actualidad, la opción de emprender el camino de la inmigración es una válvula de escape para los jóvenes: pero no durará siempre. Es cuestión de tiempo que esos flujos (los que ya están instalados en EEUU o Costa Rica y los que no pueden acceder a EEUU) generen un resentimiento anti dictadura que se traducirá en unos mayores índices de conflictividad en el interior del país. La oposición debe estar preparada para ese momento porque el resultado de unas masas desesperadas puede dar como resultado que el desequilibrio entre el 80% de la población empobrecida y la camarilla gobernante se traduzca en un enfrentamiento “caliente”.
Por otro lado, a medida que discurre el tiempo, la brecha económica, política y social que separa a Costa Rica de Nicaragua se va ampliando y nada impide pensar que ambas orillas se distanciaron cada vez más en algún momento. ¿Cuántos casos de impunidad se habrán producido en Nicaragua desde el 2007 a la fecha? Me refiero a los delitos de torturas, de desaparición forzada de personas, de asesinatos y delitos cometidos por los administradores de justicia: jueces y magistrados que vulneran el derecho a la defensa y el debido proceso.
Decadencia de la dictadura
Se podrían sumar muchos más datos que atestiguan la decadencia de la dictadura. Esto no quiere decir que se vayan a rendir, ni mucho menos. Indica que continuará con su política represiva “tous azimuts” y crearán más y más policías, paramilitares y le darán más presupuesto al ejército y mayores beneficios a la “nueva oligarquía”, nacida al amparo de la dictadura. Todos los datos apuntan en una misma dirección: la dictadura que nos oprime está en la fase de causar muertes y “suicidios” por la desesperación que le provocan los cambios sistémicos en curso.
Cuando las diferencias existentes son de la magnitud que hemos expuesto, ni las buenas palabras ni la represión sirven para detener el conflicto: entre “los de abajo” que está dispuesto a “tomar” lo que “los de arriba” tienen, ante la incapacidad del sistema de mejorar su nivel de vida. Nadie puede decir, desde una perspectiva moral o económica, que tenga algún sentido que tan pocos tengan tanto y tantos tengan tan poco
Las estructuras autoritarias y represivas del Estado han conseguido momentáneamente detener el ascenso del movimiento social, desviarlo hacia actividades de sobrevivencias que inhibe de participar en procesos de organización o simplemente reprimiendo al no cesar la represión sobre los ciudadanos autoconvocados. No es raro que el régimen se haya arrojado en manos de la cúpula militar y policial en un intento de garantizar la seguridad de sus estructuras dictatoriales a cambio de la permanencia del orteguismo en el poder.
Sin embargo, ni los discursos del dictador ni los proyectos, siempre magros o fantasiosos, han podido contrarrestar la precariedad laboral y salarial, el desempleo, la informalidad, el incremento de la pobreza, la vulnerabilidad de las mayorías, la desigualdad que no se resuelve, la peor educación, etcétera; lacras sociales que tienen efectos nefastos para la economía, la postración de las comunidades y el encono de miles de jóvenes. Salir del atolladero en que se encuentra la dictadura que no tiene otra respuesta que la represión.
El diálogo para mantener la inercia de los ciudadanos
La represión en contra de la Iglesia católica, obispos y sacerdotes es una cruel muestra de hasta dónde están dispuestos a llegar los orteguistas en la defensa del “régimen Ortega-Murillo”. ¿El impacto político nacional e internacional obligará a la dictadura a adelantar un diálogo? ¿Será un anticipo del DIÁLOGO que viene con el sector empresarial, eclesiástico, policial y militar?
En realidad, el régimen no ha tenido éxitos económicos notables y ha desembocado en un sistema político que combina la autocracia y el estalinismo, con una tendencia más acusada a este último que al primero. Corresponde a los movimientos sociales y políticos de la oposición amplia decidir qué hacer, ya que no hay instituciones confiables cuando el país se viene abajo. Cuando “los de arriba” sólo piensan en ellos, es “el nosotros” el que debe organizarse para sobrevivir, debilitando los pilares de soporte de la dictadura. La derecha empresarial y política ha sido «genéticamente» miope en sus análisis estratégicos, los instintos bajos le nublan la razón y se vuelve ciega. Sólo la inercia de ciertas capas de la población le permite al régimen conservar a algunos sectores sociales y políticos afines a la dictadura; base social que se encuentra en un estado de desaliento, frialdad y desmoralización.
Colapso desde adentro
Todos los datos concretos, expuesto en el artículo sobre el deterioro social y declive salarial (30 de agosto de 2022), reafirman la idea de que la dictadura tiende a colapsar desde adentro, cuando sus contradicciones siguen provocando su declive o facilitan el proceso de IMPLOSIÓN interna. Las razones hay que buscarlas en una sociedad quebrada, en instituciones deshilachadas, en un enfoque de la política exterior equivocado, además de causar provocaciones y en un régimen sin otro norte que no sea seguir controlando el poder cueste lo que cueste en su estrategia “el poder o la muerte”.
Por último, dado los niveles de represión, el reflujo del movimiento social, el exilio de muchos líderes locales (comarcales, municipales y departamentales), el encarcelamiento de más de 200 líderes políticos, empresariales, estudiantiles, sacerdotes y ciudadanos autoconvocados, queda claro que la estrategia política de la oposición amplia tiene que estar orientada a actuar como las termitas, carcomiendo desde adentro los principales pilares de sustentación de la dictadura para favorecer su IMPLOSIÓN.
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