Estamos en una crisis sin precedente en los últimos 50 años; decenas de miles de ciudadanos buscan una vía para sobrevivir y poder construir una alternativa política al régimen inhumano que nos lleva a todos al abismo sanitario, político, social y económico. Dado que el régimen ha perdido una buena parte de su base social, y, por lo tanto, también poder real y consenso, recurre a una creciente represión para intentar anular el proceso de implosión en desarrollo.
La represión no le da legitimidad, porque la mayoría de los ciudadanos rechazan a la dictadura, pero le garantiza el mantenimiento de los círculos de poder. Empeñados en esconder la realidad social, el régimen continúa falseando la realidad. La represión indiscriminada demuestra que el régimen no tiene ningún proyecto de país de futuro, salvo conservar el poder.
Su mantenimiento en el poder lo ha logrado rodeándose de círculos concéntricos, de muros de contención, de murallas de protección. El círculo familiar, el círculo íntimo de poder, el círculo de aduladores y aprovechados. A estos se les reparte el grueso del botín del Estado.
Luego viene el círculo de políticos zancudos, jueces, magistrados y diputados que le proporcionan las bases y el aura de la legitimidad institucional. Después el círculo de fuerza: militares, policías, turbas, paramilitares y sicarios a su servicio. A estos les deja comer algo del botín del Estado.
Finalmente, el círculo de los tontos útiles, empresarios miopes que como luciérnagas atraídas por la luz de poder giran alrededor buscando algún beneficio o prebendas. Al centro de este infierno está el gran satán, controlando todo, ese es su leitmotiv, su razón de ser. Esos círculos de poder giran alrededor y se mantienen por el campo magnético de la permanencia de Ortega en el poder. Para ellos es importante la continuidad. Por eso, Ortega no puede aceptar ninguna apertura democrática ya que se puede incrementar el proceso de implosión y fracturar el control sobre los círculos de poder.
La combinación de negociación, mentiras, represión y crímenes es la estrategia del régimen para mantener la incondicionalidad de los círculos de poder y, al mismo tiempo, el diálogo es una cortina de humo o instrumento de distracción para congelar los poderes fácticos que buscan la “salida el al suave” con el orteguismo con Ortega para el 2022-20026.
El proceso de implosión en desarrollo tiende a romper, fracturar o fragmentar esos círculos de poder. Ayudar a descomponer esos círculos de poder debe ser la estrategia a seguir, aceptar la propuesta de asistir al “diálogo o concertación” significa ayudar a la dictadura a sortear el tictac de su proceso de implosión y mantener incólume los círculos de poder. Pedir que inicie un proceso de apertura, en el futuro, dentro de los cánones o reglas del régimen Ortega-Murillo es como pedirle a un tigre que se haga vegetariano.
Arrinconado por la combinación de las cinco crisis (sanitaria, económica, regional, internacional y sociopolítica), por su aislamiento internacional, sin capacidad de poder contrarrestar las nuevas sanciones y sin estrategia precisa, el régimen tratará de implementar la táctica de diálogo con los poderes fácticos para prolongar su permanencia en el poder.
Sin embargo, esa táctica tendría la consecuencia de acelerar la implosión del régimen ya que demostraría su incapacidad total para hacerle frente a la conjunción de las cinco crisis. Pues como dirían los asiáticos: esto equivale a “moverle la cola al tigre” ya que Estados Unidos no está dispuesto a aceptar una prolongación del régimen Ortega-Murillo por vía de los arreglos de cúpula sin cambios.
En todo proceso sociopolítico, mientras no sea derrotado totalmente el movimiento social se presentan flujos/alzas y reflujos/bajas. Estamos en una fase de descenso/reflujo, pero las cinco crisis no se han resuelto. Ahora el tema principal que empujará a la gente a nuevas protestas será lo económico y las demandas básicas de la población: salud, empleo, salario, comida, techo y costo de la vida. Por lo tanto, la lucha sociopolítica tiene nuevos ingredientes que puede hacer que la coyuntura sea aún más desafiante para el régimen.
En política, las casualidades no existen. Existe, sí, la sincronicidad. En Nicaragua están convergiendo en el tiempo la combinación de cinco crisis (económica, social, política, sanitaria e internacional) con repercusiones negativas para el régimen, ya que lo hace más débil de cara a su capacidad de gobernar.
El régimen Ortega-Murillo se hundirá como el Titanic con sus alcances simbólicos, metafóricos y reales, a pesar que se presenta como un gobierno como indestructible, en el papel, y que acabará por caer más temprano que tarde. La farsa electoral terminará sepultando a la dictadura. Es decir, seguimos en crisis y la curva descendente de la simpatía del régimen no se aplana.
La precarización del mercado laboral tiene una estrecha relación con la erosión que enfrenta el sistema productivo. La consecuencia se puede observar en la afectación que existe en el bienestar de las familias, el aumento de la pobreza muestra que la pérdida de empleo y la contracción del ingreso de quienes han logrado conservar su fuente de empleo ha causado un aumento en la pobreza. Paralelamente se está produciendo una mayor concentración de la propiedad y la riqueza.
Las empresas, endeudadas y con inciertas salidas de mercado, dudan en invertir, reducen empleos y salarios. Los hogares empobrecidos, reducen el consumo, favorecen el ahorro preventivo y posponen sus compras de bienes duraderos. El régimen se verá obligado a sanear las finanzas públicas e implementar la austeridad salarial en los empleados estatales.
El consumo y la inversión fija bruta se deterioraron. El consumo ahondó su deterioro dadas el cierre de negocios, el incremento del desempleo y menores niveles de confianza. Factores que derivaron en un comportamiento más defensivo por parte del consumidor. Sobre la inversión no se estima cuándo habrá recuperación, pero implica que la actividad económica se estanque y/o su recuperación en crecimientos sea lenta para el quinquenio 2022-2026.
En la intimidad, el círculo cercano del poder dictatorial, están angustiados (o deberían estarlo) ante esta economía de agujero negro, sin posibilidades de una recuperación real en el corto y mediano plazo. En todo caso, las previsiones para el 2022, son de crecimiento limitado.
La economía del 2022 estará condicionada por factores extraeconómicos determinados por las posibles sanciones internacionales. En ese contexto, preocupa también el factor hambre, porque la crisis del 2018 ha reducido la actividad laboral y los recursos disponibles de las personas para adquirir la canasta básica alimentaria.
Ante esa posibilidad real, las actuales decisiones económicas del régimen tratan de evitar que la situación económica los obligue a doblar el rey, evitar la implosión y negociar una salida política que no sea del agrado de sus intereses estratégicos. Es la economía la que dará el último empujón a la caída de la dictadura.