A la memoria de mi hermano y compañero de lucha por la justicia social y la democracia durante más de 60 años, Gustavo Adolfo Vargas Escobar, fallecido el 24 de agosto de 2024.
El “capitalismo de amiguetes” se caracteriza por ser un modelo de desarrollo asumido por la dictadura Ortega-Murillo (2007-2024), cuyas políticas públicas se caracterizan por mantener los salarios reales por debajo del costo de la canasta básica, favorecer al sector bancario/financiero, permitir el enriquecimiento ilícito, dar concesiones mineras a empresas extranjeras, otorgar mayor importancia a lo privado sobre lo público, impulsar una economía reprimarizada, extractivista maquiladora y promover una fuerza de trabajo sobreexplotada orillada al subconsumo, al endeudamiento y al entretenimiento esquizofrénico.
Es decir, lo que llamamos “capitalismo de amiguetes” es un conjunto de políticas públicas económicas y sociales que son diseñadas y aplicadas por la dictadura para favorecer sus intereses y de sus aliados, en detrimento del interés nacional. Conviene asumir que el “capitalismo de amiguetes” es el actual patrón de acumulación en Nicaragua y que influye de manera determinante en la formulación de las estrategias de las políticas económicas financieras.
El crecimiento flojo de la economía ha sido acompañado junto con la desaceleración del crecimiento de la inversión productiva y el estancamiento de la productividad, La desaceleración de la inversión productiva generalmente conduce al estancamiento de la productividad laboral. Detrás del crecimiento flojo la economía se encuentra una caída de la rentabilidad/ganancias del capital en su conjunto, aunque el “capitalismo de amiguetes” ha permitido que las ganancias del capital bancario/financiero se incremente en detrimento de los otros capitales. No es de extrañar que las quiebras y el estancamiento de las pequeñas y medianas empresas se estén produciendo en la actualidad.
La hegemonía de este patrón de acumulación se ha comenzado a tensionarse por las contradicciones que genera al interior de las distintas fracciones del capital (comercial, agropecuario, industrial, etcétera), ya que producen, por una parte, objeciones por extraer el capital financiero/bancario una buena parte de las ganancias a los otros capitales. Y, por otra parte, a los efectos negativos al conjunto de los sectores sociales (clase media, asalariados y población en general) al no tomar en cuenta sus intereses ni permitir una movilidad social ascendente.
La tasa de ganancia extraordinaria de capital bancario/financiero sería una de las manifestaciones nefastas del patrón de acumulación del “capitalismo de amiguetes” y explicaría el apoyo o pacto silencioso, parcial o total, del capital financiero/bancario a las políticas implementadas por la dictadura Ortega-Murillo. Mientras que el sector predominante del capital financiero/bancario, siga obteniendo ganancias extraordinarias y el movimiento social siga desarticulado, la alianza del gran capital con la dictadura se mantendrá.
Una de las fuentes de poder económico y político de la dictadura es el predominio del “capitalismo de amiguetes” como patrón de acumulación y concentración de capital en beneficio de la oligarquía financiera/bancaria y de la “Chayoburguesía” amamantada por la dictadura Ortega-Murillo en detrimento de los otros capitales, lo cual alimenta las fricciones entre las distintas fracciones del capital. Las principales características de la dictadura son: la hipocresía, el autoritarismo, la corrupción, la avaricia y el gusto desenfrenado al dinero mal habido e ilícito.
Para decirlo de otra manera, el “capitalismo de amiguetes” se desarrolla en el marco de un estado ineficiente, corrupto y dictatorial, apoyado por un conglomerado de rentistas, mafiosos (muchas veces coludidos con el narcotráfico) y oportunistas cuyo propósito central es capturar/mantener/expandir espacios de poder que le permitan continuar su enriquecimiento inexplicable entorno a la cual se levantan plantaciones agroindustriales, mineras, madereras y otras.
Gracias al “capitalismo de amiguetes” los millonarios nicaragüenses gozan de grandes fortunas porque han disfrutado, entre otras prebendas, de un sistema tributario perfectamente funcional para eludir impuestos de la renta empresarial corporativa y personal, lo cual ha permitido incrementar sus riquezas. Igualmente, el alto nivel de evasión de impuestos que grava en base a los ingresos de las personas no sólo debilita la recaudación, sino también afecta la capacidad redistributiva en detrimento de la población más vulnerable.
Así nos encontramos que los bancos, la Chayoburguesía y los grandes empresarios son los grandes beneficiarios del “capitalismo de amiguetes”. En los últimos años (2007-2024) a los banqueros les ha ido muy bien; en general a los grandes empresarios también; pero a los que no les ha ido bien es a los que tienen menos: a los asalariados en general y a la clase media empobrecida. Las brechas en los niveles de ingresos y de vida entre los más ricos y los menos ricos se han ampliado.
El bajo crecimiento de la productividad y la alta inflación de los precios de la canasta básica ha significado que los ingresos salariales reales hayan caído. Los salarios promedios siguen estando por debajo del costo de una canasta básica. La disminución de los ingresos reales promedio en los últimos años se suma a la desigualdad de los ingresos y la riqueza en Nicaragua. La desigualdad de la riqueza (riqueza personal neta entre los “de arriba” y los “de abajo”) es mucho peor. Por lo tanto, la política económica del “capitalismo de amiguetes” es atractiva para el capital y anatema/maldición para los trabajadores formales e informales.
El “capitalismo de amiguetes” es utilizado por el régimen Ortega-Murillo como un medio para complacer/comprar/cooptar a través de regalías y favores a los miembros de los diferentes círculos de poder (central, municipal, militar, policial, paramilitar, empresarial, bancario, etcétera) con el objetivo que logren un incremento de la riqueza ya sea por el método de la acumulación originaria (corrupción, robo, exoneraciones, tráfico de influencia, etcétera) y/o por medio de la acumulación ampliada gracias al amparo del poder central. Así mismo, sirve para crear las condiciones necesarias para que los propietarios de las grandes empresas, banqueros y agroexportadores gocen de los beneficios de exoneraciones, descuentos fiscales, etcétera.
El “capitalismo de amiguetes” no está basado en la vigencia/preponderancia de las fuerzas económicas motrices productivas meramente internas, está determinado por desencadenantes externos (préstamos internacionales, remesas, apropiación de la cooperación venezolano, dinero ilícito, lavado de dinero, etcétera). El flujo de dólares que mandan los connacionales radicados en el extranjero (Estados Unidos, Costa Rica, España, Panamá, Canadá, etcétera) está por encima de los generados por el sector agropecuario, la inversión extranjera directa y la derrama económica que dejan los turistas.
El “capitalismo de amiguetes” no ha creado la confianza requerida para se produzcan inversiones productivas de largo plazo, más bien hay una deserción/fugas empresas extranjeras (como son los casos de Lala S.A., Nestlé, Batca, Astro Packing, New Holland, Avena Quaker, etcétera). Es decir, no hay inversiones nacionales y extranjeras que permitan, en los próximos años, una onda económica ascendente sostenida. Más bien, el régimen Ortega-Murillo ha creado un clima de inestabilidad que obstruye la expansión de la acumulación de capital por el temor de la incertidumbre sociopolítica y el peligro de una convulsión social. La CEPAL admite que la actividad económica de Nicaragua se mantendrá limitada entre el 2024 y 2026 y que la inversión empresarial se verá penalizada por una actividad relativamente lenta.
El “capitalismo de amiguetes” ha generado un crecimiento económico que no alcanza a motorizar a la economía en su conjunto y no está sujeto a una dinámica de ascenso y descenso condicionada por los impulsos de invención, innovación e inversión productiva. En la etapa actual del “capitalismo de amiguetes” los éxitos en los negocios dependen de sostener/mantener una estrecha relación de parte de los miembros del gran capital nacional y extranjero (bancario, comercial, turístico, empresarial, extractivista, etcétera) con la dictadura Ortega-Murillo.
En conclusión, el “capitalismo de amiguetes” ha permitido una concentración de la riqueza acelerada en manos de unos 200 millonarios, ha consentido el desarrollo del Estado-Botín a través de la corrupción y el narcotráfico, ha favorecido el despojo de las tierras de las comunidades indígenas y de los campesinos en beneficio de la minería y el agronegocio, ha apoyado a la “Chayoburguesía” que controla el sistema electricidad y la distribución de los combustibles y, por último, ha permitido /colaborado para que los bancos obtengan ganancias extraordinarias, las más altas de Centroamérica.