“Se requiere más que inteligencia para actuar con inteligencia”
Fiódor Dostoyevsky
- La estrategia de Ortega ha sido defender sus intereses, para no mermar su poder ha decidido seguir controlando la coyuntura, para ello mantiene la tensión a través de la represión generalizada, el encarcelamiento, los juicios a los presos políticos, la eliminación de los organismos de la sociedad civil (universidades, derechos humanos, ONG`S), etcétera. Sigue controlando la policía, el ejército, los paramilitares y el sistema judicial. La farsa judicial es una herramienta más para lograr el objetivo de permanecer en el vértice del poder.
- Los elementos que están presentes en la sociedad: el miedo a ser detenido o encarcelado, la debilidad de la protesta, la pasividad del gran capital, la sensación ciudadana de ser tratado con desprecio, racionalidad de quienes entienden que la permanencia de la dictadura no es una solución a los principales problemas del país. El descontento social y el malestar de las clases populares se expresaron el 7 de noviembre de 2021.
- En la sociedad nicaragüense crece, cada día, la disconformidad de las clases desfavorecidas, desamparadas por los servicios públicos deficientes, indignadas por la desigualdad en la distribución de la riqueza y la renta, agobiados por un presente o unas perspectivas futuras de precariedad. Ciudadanos que, en definitiva, cuestionan el actual orden socioeconómico establecido que para la mayoría de la población no funciona.
- A pesar de todos estos elementos hay que aceptar que la fase de explosión social se ha desvanecido y que el ciclo abierto en abril del 2018 ha terminado; se ha iniciado el ciclo político de la IMPLOSIÓN del régimen que se manifiesta en los descontentos internos, la renuncia de funcionarios públicos, el empobrecimiento de su propia base social y declaraciones públicas de algunos de sus miembros. Es el proceso de crisis al interior del régimen que demuestra el agotamiento del proyecto político de la dictadura.
- No hay destino más duro que para la persona u organización que vive en un tiempo que no es el suyo. Y esa es, precisamente, la cuestión existencial que enfrentan los miembros del gran capital. El reto de los líderes empresariales es ser hijo del tiempo, ser dueño de su destino. Sin embargo, no tienen claro cómo actuar frente a la dictadura y la descomposición social. Y Ortega lo sabe. Entonces, Ortega se introduce en las grietas de esa inadaptación de la entidad empresarial que no está en condiciones de responder con la rapidez y vehemencia que requiere este tiempo descarnado.
- El empresariado en general y el gran capital en particular deben de tomar en cuenta las condiciones en que vivimos, los serios problemas de hambre, de la desigualdad, la pobreza, la migración acelerada por la falta empleo, los bajos salarios que no permiten comprar una canasta básica, etcétera. La falta de estrategia de desarrollo de parte del empresariado obstaculiza y retrasa el país.
- Este desafío evidencia la palmaria insensatez de los empresarios, incluso los más poderosos, de estar solos en la sociedad por su actitud evasiva ante la escalada represiva subraya las grandes dificultades para lograr una solución a la crisis de acuerdo a la realidad. El momento político es particularmente complicado, y eso también lo sabe Ortega. La organización empresarial tiene diferentes sensibilidades en materia cómo relacionarse con el régimen.
- Los órganos de asociación de los empresarios se han desgastado en los últimos años (2018-2022), en el caso que vayan a un diálogo sin condiciones, para preservar sus prebendas, no van a poder revitalizar su papel preponderante después de abril 2018 ni recuperar su prestigio. Un posible efecto, será que se presentará una cierta desunión por someterse a los intereses de la dictadura.
- Entre el 2018 y el 2022, Ortega ha hecho lo que mejor sabe hacer: ganar tiempo político, declarar su propósito de dialogar con el gran capital con promesas vagas y difusas, sembrar dudas entre las diferentes tendencias del empresariado y de los políticos tradicionales. Sin embargo, la desconfianza general, las expectativas frustradas, la ira y el miedo se mantienen en el sentimiento de la población.
- Los desafíos planteados requieren inteligencia, estrategia y firmeza, todos los empresarios lo saben. Sin embargo, el COSEP no asume estos retos, la declinación de los mismos deja a ver trasluz los riesgos e incapacidades del liderazgo empresarial; por esa debilidad ven como única alternativa un nuevo pacto con el dictador, renunciando a cualquier tipo de resistencia cívica para derrotar a la dictadura.
- Es decir, en la cúpula empresarial se percibe ciertas reticencias, ciertos cálculos, cierta propensión a anteponer el sometimiento a la dictadura a ciertos valores y principios democráticos; a favorecer a cabalgar con la pancarta del “diálogo” con pocos matices, como si fuese lo mismo negociar con un gobierno democrático o con una dictadura, para eso cierran los ojos ante los “juicios falsos”, el “fraude electoral”, los presos políticos, la represión en contra de la sociedad civil promovidos por el régimen dictatorial.
- Hay quienes impulsan con fuerza a los líderes empresariales a emprender un viaje hacia un mayor entendimiento con la dictadura para obtener los beneficios de siempre. El tiempo político indica que los empresarios necesitan tener una política más clara, más independiente, más democrática, pero poco se mueve en esa dirección. Los lastres, sus intereses económicos son pesados.
- El tiempo político corre rápido, los líderes empresariales dudan y apegados a la inquebrantable cultura política del pacto prefieren oponerse a la caída de la dictadura a través de acciones cívicas por temor a las consecuencias no controladas por los representantes del gran capital, los llamados efectos colaterales. Por eso optan por negociar con la dictadura. Lo que demuestra su inadaptación al tiempo político presente y su incapacidad de proponer alternativas democráticas de desarrollo para el país.
- La oposición real necesita convencer de que es capaz de reconstruir una Nicaragua en ruinas. Desgraciadamente existen sectores, el gran empresariado, que su objetivo principal no es poner en marcha un nuevo proyecto de poder, solamente buscan barnizar el proyecto dictatorial que está devorando el país desde adentro. Es decir, para el gran capital su objetivo no es botar a Ortega-Murillo sino buscar una reducción de la represión para convivir con la dictadura.
- La coyuntura del año 2022 está marcada por un lado, Ortega que busca mantenerse en el poder de manera indefinida con el objetivo de crear una dinastía como los Somoza. Por otro lado, el deseo de la mayoría de la población de sacar a Ortega del poder, pero carente de una dirección política. Derrotar a Ortega es factible, para ello tenemos que aprovechar el proceso de implosión interna que vive la dictadura. Los desafíos planteados requieren inteligencia, unión, firmeza y estrategia. Se necesita crear un contrapoder que permita hacer soñar al pueblo que el derrocamiento de la dictadura es posible. No hay que olvidar que “se requiere más que inteligencia para actuar con inteligencia”.