Para Ortega el poder se tornó una ambición incesante, el poder o la muerte, y esas ambiciones son las que acaban destruyendo su propio poder, ya que lo que existe es un poder represor dispuesto a meter preso a cualquiera que salga a la calle a protestar, pero sin tener la capacidad de engendrar consensos que le permitan legitimar su poder.
Es decir, Ortega está asentado en el poder autoritario con muy poca posibilidad de construir consenso que lo legitimen. En el corto plazo Ortega no tiene alternativa política más que la represión y/o realizar un diálogo amañado, pero para sobrevivir políticamente necesita construir consensos de mediano y largo plazo.
Sabiendo que el tema de los presos políticos está en el centro de la agenda política Ortega pondrá a prueba la solidez de la oposición amplia al liberar algunos y enjuiciar a otros y, de esa forma generar su división y fraccionamiento; en algunos ámbitos esto empieza a ser real.
También quiere beneficiarse de lo delicado de la situación internacional es muy posible que el tema Nicaragua se vaya relegando en importancia cada vez más. Basta ver las dificultades en Ucrania, Unión Europea, EEUU, Asia Pacífico, OEA, Honduras y Chile, y las que están por venir.
Ortega va aprovechar la declaración de los 27 familiares de los presos políticos para posibilitar el diálogo, facilitar la participación de algunos empresarios, poderes fácticos y quitarse un poco la presión internacional, para lo cual va a liberar algunos presos políticos manteniendo su inhibición política por algún tiempo e iniciando juicios amañados en contra de los presos políticos con mayor liderazgo nacional y/o local. A su base orteguista tiene que demostrar que él siempre “va con todo”.