“La libertad, sólo para los miembros del Gobierno, solo para los miembros del Partido, aunque sea muy abundante, no es libertad del todo. La libertad es siempre la libertad de los disidentes”. La prueba de libertad es pensar diferente y no ser reprimido ni encarcelado.
- Con la farsa electoral Ortega y Murillo se atornillan al poder. Que ellos sigan en el poder significa más pobreza, más miseria, más represión, más desigualdad, más caos para Nicaragua. La votación ha sido un teatro construido a partir de la represión de 2018 en el que el decorado sigue intacto. Los “candidatos comparsa”, totalmente desconocidos para la ciudadanía en Nicaragua.
- Así es como se conoce a los candidatos que son fichas de la dictadura y le hacen el juego en la farsa electoral; surgieron de un día para otro y sin hacer ningún tipo de campaña para rellenar los espacios que dejaron los candidatos opositores encarcelados. También se les conoce tradicionalmente como políticos “zancudos” porque, sabiendo que no tienen ninguna posibilidad de ganar, los miembros de esos partidos se postulan o postulan a algún allegado o miembro de su familia para obtener un escaño en la Asamblea Nacional, un reembolso económico por los votos recibidos o algún cargo administrativo en el Estado.
- El 7 de noviembre de 2021, la ciudadanía demostró su rechazo a la farsa electoral. Con el alto nivel de abstención, el 81,5% según observadores nacionales, observación que se hizo de manera clandestina y en silencio; es decir, el pueblo le propinó una derrota política al régimen que se mantiene en el poder solo por las armas. De Norte a Sur, del Pacífico hasta el Caribe, la ciudadanía cerró sus puertas, vació las calles y se quedó en casa. Esta es una prueba más de que el movimiento social no ha sido liquidado, solamente está en reflujo.
- El porcentaje promedio de participación ciudadana presentado por la observación ciudadana de Urnas Abiertas a partir del diseño de una muestra estadística representativa a nivel nacional que involucró la participación de 1.450 personas distribuidas en 563 Centros de Votación en todo el país y utilizando la cartografía electoral 2021 publicada por el Consejo Supremo Electoral con un nivel de confianza de 95% y un grado de error estadístico del 4% utilizando desviación estándar. El método utilizado fue de conteo del flujo de votantes que ingresaron a los Centros de Votación durante 6 horas en promedio, en tres períodos de 2 horas cada uno: por la mañana, a mitad del día y durante la tarde.
- La cantidad de votantes que asistieron el 7 de noviembre en cada uno de los Centros de Votación observados fue comparada con la cantidad de electores registrados para votar en cada uno de los mismos de los Centros de Votación. Obteniéndose un porcentaje de participación promedio nacional del 18.5% y un nivel de abstención promedio nacional del 81.5%.
- Con la baja participación en la farsa electoral la gente está clara de lo que logró con su abstención, desnudó a la dictadura, y que le preocupa su futuro ante el muro que ha erigido el régimen. La gran mayoría de la juventud no votó porque ven que el progreso económico y social va por otro lado, alejado del discurso oficial del régimen. La gran mayoría de los ciudadanos decidieron quedarse en casa y no participar en la “farsa electoral”. Es decir, la ciudadanía a través de una acción de desobediencia civil le propinó una derrota política y poniendo en jaque los cimientos de la dictadura.
- Desde marzo de 2020, por la combinación de las cinco crisis (económica, social, política, sanitaria e internacional) he venido sosteniendo que en los pilares del régimen se vive un proceso de implosión. Con la farsa electoral la dictadura no ha ganado nada y no ha avanzado un milímetro, por el contrario, está luchando por su permanencia en el poder dado el incremento de la velocidad de la implosión interna. Carcomida por dentro, como esas estructuras de madera que desde afuera parecen muy firmes pero están corroídas por las termitas, así es el proceso de implosión que se desarrolla al interior de la base social del régimen y dentro de los pilares que sostienen a la dictadura.
- Las dictaduras caen por dos maneras diferentes, ya sea por una explosión social similar a las protestas de Abril-2018 o por un proceso de implosión interna a través de la acción subterránea. En Nicaragua, dado el caso que la represión indiscriminada, de parte del régimen, limita que el descontento social se exprese por medio de un tsunami social; sin embargo, el descontento no ha podido ser eliminado y adquiere otra modalidad de manifestarse: la implosión interna de los pilares de sostenimiento de la dictadura.
- Normalmente, los conflictos políticos se dirimen en la arena económica, política, comunicacional y en el mundo del espionaje. Una teoría conocida como “la trampa de Tucídides” postula que cuando una potencia en auge amenaza el rol dominante que detenta una potencia establecida, el conflicto es casi inevitable. Traduciendo este postulado a la política nicaragüense, observamos que en la medida que se incremente el debilitamiento de la dictadura, la represión se incrementa para tratar de eliminar esa amenaza. Sin embargo, el proceso de implosión del régimen no puede ser eliminado por medio de la represión.
- Por su absoluta falta de legitimidad y legalidad, la reelección de Ortega amenaza con reavivar el descontento social hacia su gobierno y relanzar al movimiento de protesta que desde el 2018 aglutina a los más diversos sectores opositores, una verdadera irrupción ciudadana que la autocracia orteguista sólo consiguió sofocar al costo de más de 400 muertos, la creación de grupos de choque paramilitares y la instauración de un verdadero Estado policial.
- Si durante su segundo y tercer mandatos (2006-2016) Ortega pudo mantener un barniz de legitimidad gracias al espejismo de un crecimiento económico sustentado en el dinero venezolano, los préstamos internacionales, la alianza con el gran capital y el ahondamiento de la desigualdad; el movimiento de Abril-2018 dejó claro que la fórmula se encontraba agotada y que el régimen es intrínsecamente incapaz de procesar las demandas sociales con métodos distintos a la violencia más cruda. Desde hace tiempo el orteguismo dejó de representar los ideales por los que miles de nicaragüenses lucharon y dieron la vida el siglo pasado en la lucha en contra de la dictadura somocista.
- Nicaragua, largo tiempo azotada por la dictadura somocista respaldada y sostenida por Estados Unidos, hoy padece una nueva dictadura que no da signos ni entender el sentir de sus gobernados ni de poseer la prudencia para hacerse a un lado a fin de conjurar un nuevo baño de sangre. Así, los nicaragüenses se enfrentan a dos perspectivas sombrías: someterse a un régimen errático, corrompido y violento o emprender la disidencia en un ambiente de completa falta de garantías a sus derechos humanos.
- A partir de noviembre de 2021, las conspiraciones políticas se van a incrementar para encontrar la manera de cómo derrotar a la dictadura, las habrá de todo tipo, desde las verdaderas y peligrosas hasta las divertidas. En el mundillo escabroso de la política criolla tradicional, todo el mundo conspira, o cree conspirar. Conspirar, vieja costumbre de los políticos tradicionales, puede resultar a veces arriesgada y muy peligrosa.
- En la dictadura Ortega-Murillo, los servicios de seguridad del régimen convierten el quehacer político en un mundo asfixiante en donde sólo coexisten los espías del régimen y los aprendices conspiradores de la oposición formal. La narrativa de la dictadura trata de encubrir las abundantes violaciones de los derechos humanos, la corrupción y esconder el trabajo conspirativo de los servicios de inteligencia de sus órganos de espionaje.
- Para analizar la coyuntura hay tomar en cuenta tanto las variables geopolíticas como el trabajo de los conspiradores oficiales en el análisis de la realidad nacional, ya que ellos tratan de boicotear, penetrar, desinformar, insultar y calumniar a los miembros y organizaciones de la oposición real con el objetivo de desinformar la realidad y prolongar la permanencia del régimen en el poder.
- Gran parte de los políticos tradicionales y sectores de la sociedad civil subestiman la profundidad y la multidimensionalidad del trabajo conspirativo del régimen en la actual crisis sociopolítica, así como la degradación política, ética y moral de una buena parte de los miembros de la policía y del ejército.
- Muchos de los políticos tradicionales, aprendices a conspiradores, afirman contar con la información clave, los datos decisivos que, según ellos, provienen de fuentes secretas que, de verdad o de mentira, dicen controlar y mantener. La verdadera crisis de la oposición es la crisis de la incompetencia para comprender la estrategia del régimen.
- Los conspiradores de los salones de los hoteles, suelen ser personajes agradables, suelen tener el encanto de los embaucadores o pertenecen al círculo de los vendedores de humo o al clan de los “pescuezos flexibles”, siempre con la respuesta a flor de labio. Estos conspiradores de salones suelen ser mal informados por los órganos de inteligencia del régimen.
- Las conspiraciones van y vienen, algunas son reales y otras, la mayoría, oficio de charlatanes y farsantes. Pero mientras eso sucede en las cúpulas de la política tradicional, las fuerzas sociales subterráneas reales se tienen que reacomodar y reajustar para elaborar una estrategia que permita crear un contrapoder que acelere el desenlace final del régimen.
- En la reunión de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) del día de hoy, 10 de noviembre, el de Nicaragua aparece en la agenda. Nos preguntamos:
- ¿Apostara la OEA a reanimar a punta de juegos diplomáticos y llamados a diálogos, a obligarnos a los nicaragüenses a seguir manteniendo de cuerpo presente ese cadáver político, rechazado abiertamente por más de ocho de cada diez nicaragüenses a pesar de las amenazas y chantajes y difícilmente apoyado por los dos restantes, que en la mayoría de los casos se vieron obligados a manchar sus huellas?
- ¿Seguirán los organismos financieros internacionales manteniendo ese cuerpo insepulto de ese cadáver político en franco estado de descomposición que el pueblo nicaragüense intenta enterrar una y otra vez, con el desdeñable argumento de que por no perjudicar a la víctima que la obligan a cohabitar con su violador de los derechos humanos?